La visita de la reina de Saba a Salomón muestra hasta dónde se extendió su fama en el extranjero. Además, los informes habían combinado la sabiduría y la grandeza de Salomón con el nombre de Jehová. La reina de Saba vio lo que realmente significaba el gobierno de Dios.

Al llegar como lo hizo en el momento de la paz y la prosperidad de la nación, se vio obligada a hablar de la grandeza de Salomón como superior a todos los informes sobre la prosperidad de su reino y la felicidad de sus súbditos.

Pero a través de todo esto ella vio claramente que todo se debía al dominio de Dios. Esto lo expresó con palabras que revelaban la claridad con que se le había manifestado esta verdad. "Bendito sea el SEÑOR tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque el SEÑOR amó a Israel para siempre, por eso te puso por rey, para hacer juicio y justicia".

Luego sigue la historia de la riqueza de Salomón y, considerando los tiempos, es una cantidad asombrosa. Sin embargo, la historia no puede leerse sin la conciencia de que el lado más débil, si no el más bajo, de la naturaleza del rey se manifiesta en el abundante lujo del que se rodeaba. La exhibición parece haber significado más para él que el gobierno. De hecho, uno se inclina a sentir que, como en el caso de los de Medici en Florencia mucho después, la subyugación del pueblo por el trono se mantuvo gracias a esta misma ostentación. Por desgracia para cualquier pueblo en el que este sea el caso.

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