1 Samuel 18:1-30
1 Aconteció que cuando David terminó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán se quedó ligada a la de David, y Jonatán lo amó como a sí mismo.
2 Aquel día Saúl lo retuvo y no lo dejó volver a la casa de su padre.
3 Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.
4 Y Jonatán se quitó la túnica que llevaba y se la dio a David, junto con otras prendas suyas, inclusive su espada, su arco y su cinturón.
5 David iba a donde Saúl lo enviaba y tenía éxito, por lo cual Saúl lo puso al mando de la gente de guerra. Y esto era agradable a los ojos de todo el pueblo y a los ojos de los servidores de Saúl.
6 Aconteció que mientras ellos volvían, cuando David regresaba de vencer al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl, cantando y danzando con gozo, al son de panderos y otros instrumentos musicales.
7 Y mientras danzaban, las mujeres cantaban y decían: “¡Saúl derrotó a sus miles! ¡Y David a sus diez miles!”.
8 Saúl se enojó muchísimo. Estas palabras le desagradaron, y pensó: “A David le dan diez miles, y a mí me dan miles. ¡No le falta más que el reino!”.
9 Desde aquel día en adelante, Saúl miraba con sospecha a David.
10 Aconteció al día siguiente que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y este desvariaba dentro de su casa. David tañía el arpa con su mano, como lo hacía día tras día, y Saúl tenía una lanza en la mano.
11 Entonces Saúl arrojó la lanza pensando: “¡Clavaré a David en la pared!”. Pero David lo esquivó dos veces.
12 Saúl temía a David porque el SEÑOR estaba con él, mientras que se había apartado de Saúl.
13 Entonces Saúl alejó de sí a David, haciéndolo jefe de mil; y este salía y entraba al frente del pueblo.
14 David tenía éxito en todos sus asuntos, pues el SEÑOR estaba con él.
15 Al ver Saúl que David tenía mucho éxito, le tenía miedo.
16 Pero todo Israel y Judá amaban a David, porque él era quien salía y entraba al frente de ellos.
17 Entonces Saúl dijo a David: — He aquí Merab, mi hija mayor. Yo te la daré por mujer, con tal que me seas un hombre valiente y lleves a cabo las batallas del SEÑOR. Pero Saúl pensaba: “No será mi mano contra él. ¡La mano de los filisteos será contra él!”.
18 David respondió a Saúl: — ¿Quién soy yo, y qué es mi vida o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?
19 Pero sucedió que cuando llegó el tiempo en que Merab, hija de Saúl, debía ser dada a David, fue dada por mujer a Adriel el mejolatita.
20 Pero Mical, la otra hija de Saúl, amaba a David. Esto le fue dicho a Saúl, y el asunto le pareció bien.
21 Luego pensó Saúl: “Yo se la daré para que le sirva de trampa y para que la mano de los filisteos sea contra él”. Y Saúl dijo a David por segunda vez: — Hoy serás mi yerno.
22 Entonces Saúl dio órdenes a sus servidores: — Hablen en secreto a David, diciéndole: “He aquí, el rey te aprecia, y todos sus servidores te quieren bien; sé, pues, yerno del rey”.
23 Los servidores de Saúl dijeron estas palabras a oídos de David, y este preguntó: — ¿Les parece poca cosa ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre e insignificante?
24 Los servidores de Saúl dieron a este la respuesta diciendo: — Estas palabras ha dicho David.
25 Y Saúl dijo: — Digan esto a David: “El rey no tiene interés en el precio matrimonial, sino en cien prepucios de filisteos, para vengarse de los enemigos del rey”. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en mano de los filisteos.
26 Y cuando los servidores de Saúl declararon a David estas palabras, agradó a David el asunto de ser yerno del rey. Antes que se cumpliera el plazo,
27 David se levantó y partió con su gente. Mató a doscientos hombres de los filisteos, llevó sus prepucios y los entregó todos al rey, para llegar a ser yerno del rey. Y Saúl le dio por mujer a su hija Mical.
28 Pero al ver y reconocer que el SEÑOR estaba con David y que Mical hija de Saúl lo amaba,
29 Saúl temió aun más a David. Y Saúl fue hostil a David todos los días.
30 Los jefes de los filisteos continuaron saliendo a la guerra. Y sucedía que cada vez que lo hacían, David tenía más éxito que todos los servidores de Saúl, por lo que su nombre se hizo muy apreciado.
Aquí, en el relato de Jonatán y David, comienza una de las historias de amor y amistad más perfectas del mundo. La historia es aún más hermosa debido a su fondo oscuro. El amor es en sí mismo esencialmente bello, pero sus colores más ricos aparecen solo en la sombra y la dificultad.
En el relato del comienzo de esta amistad, parece que el amor de Jonatán por David fue lo primero. De hecho, es cuestionable que la historia no redunde más en el mérito de Jonatán que en el de David. Jonathan parece no haber tenido egoísmo. Era hijo de Saúl, y su amistad y lealtad a David fue un sacrificio de su derecho a la sucesión.
Coincidiendo con el comienzo de esta amistad, el odio de Saúl por David parece haberse profundizado y volverse más peligroso para David. Le tuvo miedo a David. La razón de esto es muy reveladora: "Jehová estaba con David, y se había apartado de Saúl".
No hay nada más común o más triste que los celos de los pecadores y fracasados de aquellos que son bendecidos y triunfan. El odio de Saúl se manifestó en malvados planes para deshacerse de su rival.