Al salir de Gat, David se refugió en la cueva de Adulam, donde se reunió con un grupo de desterrados de su propio pueblo. Se los describe gráficamente como aquellos en "angustia", "endeudados" y "descontentos". Es muy posible que la condición de estas personas fuera el resultado de las opresiones que habían sufrido bajo Saúl. En cualquier caso, desde el punto de vista del reinado de Saúl, eran considerados personas peligrosas y marginados.

Lo que les sucedió en su contacto con David se revela en la historia posterior, cuando estos hombres se convirtieron en los valientes del nuevo reino. En lo que a David se refería, ésta era una posición mucho más segura y una ocupación más digna que aquella a la que había sido reducido en la corte de Aquis.

Mientras tanto, Saúl llenó la copa de su iniquidad ordenando la matanza de los sacerdotes porque Ahimelec había ayudado a David. Uno de ellos, Abiatar, escapó de la matanza y se unió a David en su escondite. Es interesante recordar que permaneció con David y le fue leal durante toda su vida y reinado.

Todas estas experiencias de David, tanto en el miedo como en la fe, experiencias como fueron de adversidad y prueba, sin duda lo estaban preparando para las responsabilidades que le iban a caer cuando, en cumplimiento del propósito divino, se convirtió en rey de la nación. .

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