En este capítulo tenemos el relato de los últimos días de Ezequías. De una grave enfermedad fue liberado en respuesta a la oración y por la intervención del profeta. Nuevamente manifestó debilidad durante la visita de los babilonios, mostrándoles todos los tesoros de su casa. Por esto fue reprendido por Isaías, quien profetizó que las cosas que habían visto los visitantes finalmente se las llevarían.

Al final del capítulo, tenemos un breve vistazo incidental de la administración doméstica del rey, pero se nos remite al Libro de Crónicas para obtener más detalles. Este reinado es muy notable en muchos aspectos, pues llegó en medio de días tan llenos de oscuridad y tan terriblemente caracterizados por la corrupción. Todo parecía ir en contra de Ezequías y, sin embargo, tal vez en su lealtad podamos ver la reacción de protesta del hijo de un padre que a veces se manifiesta en la vida de un hombre sometido a una influencia como la de Isaías.

Al menos, la historia revela cuánto puede lograr un hombre, seriamente leal a la verdad, en medio de las circunstancias más adversas y difíciles.

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