Apocalipsis 10:1-11
1 Vi a otro ángel poderoso que descendía del cielo envuelto en una nube, y el arco iris estaba sobre su cabeza. Su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego,
2 y tenía en su mano un librito abierto. Puso su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra,
3 y gritó a gran voz, como cuando ruge el león. Cuando gritó, los siete truenos emitieron sus voces.
4 Cuando los siete truenos hablaron, yo estaba por escribir, pero oí una voz del cielo que decía: “Sella las cosas que los siete truenos hablaron; no las escribas”.
5 Y el ángel que vi de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó su mano derecha al cielo
6 y juró por el que vive para siempre jamás, quien creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él: “Ya no hay más tiempo,
7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él esté por tocar la trompeta, también será consumado el misterio de Dios, como él lo anunció a sus siervos los profetas”.
8 Y la voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, diciendo: “Ve, toma el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra”.
9 Fui al ángel diciéndole que me diera el librito, y me dijo: “Toma y trágalo; y hará amargar tu estómago, pero en tu boca será dulce como la miel”.
10 Y tomé el librito de la mano del ángel y lo tragué. Y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo comí, mi estómago se hizo amargo.
11 Y me dijeron: “Te es necesario profetizar otra vez a muchos pueblos y naciones y lenguas y reyes”.
Aún bajo el período de la sexta trompeta, sigue un interludio, que narra los eventos que se preparan para el sonido de la séptima y última trompeta. Un ángel viene para hacer un anuncio sumamente importante, a saber, que no habrá más demora, que al tocar la séptima trompeta por el séptimo ángel, el misterio de Dios habrá terminado.
Ahora se le ordenó al vidente que tomara el libro y se lo comiera. Esta figura de comerse el libro es familiar y sugiere la alimentación del alma con la Palabra de Dios. Es a eso a lo que el vidente fue llamado de nuevo. Tal alimentación lleva a los hombres a tener comunión con Cristo y Dios. Hay una comunión en el gozo, y el libro es dulce; también en el dolor, porque hay amargura; y una vez más en el servicio, porque los que así comen deben profetizar.
Esta triple experiencia llega a todos los que estudian el desarrollo del propósito y el proceso divinos. El gozo de la seguridad del gobierno divino siempre va acompañado de las señales de dolor por los arruinados, los que no se arrepienten y los incrédulos. Esta doble conciencia tuvo su manifestación central en la historia cuando Jesús lloró por Jerusalén y pronunció su condenación. Por lo tanto, cuando la revelación de los juicios finales está a punto de darse, el hombre admitido en el secreto del Señor está llamado a compartir el gozo, la tristeza y el servicio.