Ahora se da la visión de la destrucción de Babilonia como resultado directo del gobierno de Dios. Se anuncia, "Caída es Babilonia". Su condición se describe como la de una habitación de demonios, la prisión de espíritus inmundos. Las naciones, los reyes y los comerciantes que han vivido, gobernado y comerciado según los principios de Babilonia están involucrados en su condición caída. Un remanente es llamado a salir de Babilonia antes de que llegue la destrucción. El ángel pronuncia una sentencia retributiva: "Como ella pronunció ... conforme a sus obras".

La caída de la ciudad produce efectos totalmente opuestos en la tierra y en el cielo. La tierra está sumida en el duelo. El mundo celestial y espiritual se regocija. Desde el principio, Babilonia se había opuesto al cielo. Había vivido bajo el impulso de las cosas vistas, mientras negaba las cosas invisibles. Por fin es derribado, y hay regocijo de los justos.

Sigue un acto simbólico, el lanzamiento de una gran piedra de molino al mar por un ángel. El resultado es que Babilonia "no se encontrará más". El derrocamiento será absoluto, irrevocable. La razón de esto se establece como triple, primero, "Tus mercaderes eran los príncipes de la tierra"; segundo, "Con tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones"; finalmente, "En ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos sobre la tierra".

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