Deuteronomio 7:1-26
1 “Cuando el SEÑOR tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entrarás para tomarla en posesión, y haya expulsado de delante de ti a muchas naciones (heteos, gergeseos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos: siete naciones mayores y más fuertes que tú),
2 y cuando el SEÑOR tu Dios las haya entregado delante de ti y tú las hayas derrotado, entonces destrúyelas por completo. No harás alianza con ellas ni tendrás de ellas misericordia.
3 No emparentarás con ellas: No darás tu hija a su hijo ni tomarás su hija para tu hijo.
4 Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirá a otros dioses, de modo que el furor del SEÑOR se encenderá sobre ustedes y pronto los destruirá.
5 “Ciertamente así han de proceder con ellos: Derribarán sus altares, romperán sus piedras rituales, cortarán sus árboles de Asera y quemarán sus imágenes en el fuego.
6 Porque tú eres un pueblo santo para el SEÑOR tu Dios; el SEÑOR tu Dios te ha escogido para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra.
7 “No porque ustedes sean más numerosos que todos los pueblos, el SEÑOR los ha querido y los ha escogido, pues ustedes eran el más insignificante de todos los pueblos.
8 Es porque el SEÑOR los ama y guarda el juramento que hizo a sus padres, que los ha sacado de Egipto con mano poderosa y los ha rescatado de la casa de esclavitud, de mano del faraón, rey de Egipto.
9 “Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios: Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia para con los que lo aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones,
10 y que da retribución en su misma cara al que lo aborrece, destruyéndolo. Él no tardará en darla al que lo aborrece; en su misma cara le retribuirá.
11 “Guarda, pues, los mandamientos, leyes y decretos que hoy te mando que cumplas.
12 Y será que por haber obedecido estos decretos, por guardarlos y ponerlos por obra, el SEÑOR tu Dios guardará para contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres.
13 Él te amará, te bendecirá y te multiplicará. También bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano y tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas y el aumento de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría.
14 Serás más bendecido que todos los pueblos; no habrá hombre ni mujer estéril en medio de ti ni habrá estéril entre tus animales.
15 El SEÑOR quitará de ti toda dolencia y todas las terribles enfermedades de Egipto, que tú conoces. No las pondrá sobre ti; más bien, las pondrá sobre todos los que te aborrecen.
16 “Destruirás todos los pueblos que el SEÑOR tu Dios entrega en tus manos. Tu ojo no les tendrá lástima ni rendirás culto a sus dioses, porque eso te sería motivo de tropiezo.
17 “Si dices en tu corazón: ‘Estas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo las podré desalojar?’,
18 no tengas temor de ellas. Acuérdate bien de lo que el SEÑOR tu Dios hizo con el faraón y con todo Egipto;
19 de las grandes pruebas que vieron tus ojos, de las señales y de los prodigios, de la mano poderosa y del brazo extendido con que el SEÑOR tu Dios te sacó. Así hará el SEÑOR tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia temes.
20 El SEÑOR tu Dios también enviará contra ellos la avispa, hasta que perezcan los que queden y los que se hayan escondido de ti.
21 No desmayes ante ellos, porque el SEÑOR tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible.
22 “El SEÑOR tu Dios expulsará estas naciones de delante de ti, poco a poco. No podrás exterminarlas de inmediato, no sea que los animales del campo se multipliquen contra ti.
23 El SEÑOR tu Dios las entregará delante de ti; él las someterá a gran turbación, hasta destruirlas.
24 Él entregará a sus reyes en tu mano, y tú destruirás sus nombres de debajo del cielo. Nadie te podrá resistir, hasta que los destruyas.
25 “Quemarás en el fuego las imágenes de sus dioses. No codiciarás la plata y el oro que estén sobre ellas ni los tomarás para ti, para que no caigas en la trampa por ello. Esto es abominación al SEÑOR tu Dios.
26 No meterás en tu casa ninguna cosa abominable, para que no seas anatema juntamente con ella. La detestarás del todo y la abominarás, porque es anatema.
Continuando con las responsabilidades del pueblo al entrar en la tierra, Moisés insistió en la absoluta necesidad de mantener la actitud de separación hacia Dios. En este asunto se dieron instrucciones estrictas. No deben comprometerse con la gente de la tierra. No deben muchos con ellos porque tal alianza resultaría en la corrupción del pueblo elegido y su extravío en pos de otros dioses.
Además, debían barrer todos los signos de la religión falsa, altares y columnas, Asera e imágenes esculpidas. Moisés les recordó que su Dios era fiel tanto en misericordia como en disciplina, y los instó, por tanto, a ser fieles.
Otro peligro más los amenazaba. Este peligro necesariamente surgiría de las dificultades del trabajo que tenían por delante. Era inevitable que tomaran conciencia del número y la fuerza de sus enemigos. Si una vez permitieran que sus mentes se detuvieran en estas cosas, repetirían la locura de sus padres, que vieron ciudades valladas y gigantes en lugar de Dios. Moisés les instó, por tanto, a recordar las liberaciones ya realizadas.
La palabra central de este cargo es: "porque Jehová tu Dios está en medio de ti, un Dios grande y terrible". Estar perpetuamente consciente de esto sería liberarse de la sensación de miedo en presencia de toda la oposición.
Moisés terminó con la solemne advertencia de que en la quema de las imágenes también deben destruirse las ropas y las cortinas. Todo lo que Dios dedica a la destrucción debe ser destruido por el pueblo a quien Él conduce a la victoria y la posesión.