Eclesiastés 12:1-14
1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud:
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9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo. También sopesó, investigó y compuso muchos proverbios.
10 El Predicador procuró hallar palabras agradables y escribir correctamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos hincados son las palabras que forman parte de una colección y que son expuestas por un Pastor.
12 Además de esto, hijo mío, queda advertido: El hacer muchos libros es algo sin fin, y el mucho estudio fatiga el cuerpo.
13 La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
14 Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.
El predicador procede ahora con un lenguaje lleno de belleza poética para instar a los jóvenes a recordar a su Creador. Luego llegamos al epílogo del sermón. Primero repite el tema como se anunció al principio, y cuenta cómo el predicador, a través del estudio y la diligencia, todavía intentó enseñar a la gente el conocimiento; y, finalmente, en los dos versos finales, se hace una gran declaración de verdad, comprensión y acción sobre la cual nunca se conocerán las visiones pesimistas de la vida que resultan del materialismo.
En el centro está esta declaración: "Este es el hombre en su totalidad". La palabra "deber" no tiene un lugar real en la oración. ¿Qué es el hombre en su totalidad? "Temer a Dios y guardar sus mandamientos". Hacer esto es encontrar vida no sólo bajo el sol, sino también sobre él, pasar del hemisferio imperfecto a la esfera entera. Hacer esto es tener luz sobre los hechos y problemas de la vida que de otra manera son oscuros y tristes.