Ester 10:1-3
1 El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y las costas del mar.
2 Todos los hechos de su autoridad y de su poder y el acta de la grandeza de Mardoqueo, a la que lo elevó el rey, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia?
3 Porque el judío Mardoqueo fue el segundo después del rey Asuero. Él fue grande entre los judíos y estimado por la multitud de sus hermanos. Procuraba el bienestar de su pueblo y promovía la paz entre todos los de su linaje.
Aquí tenemos la última foto de este hombre, Mardoqueo. Es singularmente bueno. Independientemente de lo que pueda haber sido cuestionable en algunos de los métodos que adoptó con respecto a Ester, y aquí no podemos ser dogmáticos, es evidente que tenía un buen carácter. Probablemente todas las experiencias de la bondad de Dios lo habían llevado a una vida mejor. Evidentemente, conservó el favor de Asuero, ya que su puesto estaba al lado del rey.
Esto no lo alejó de su propia gente. Continuó buscando su bien y hablándoles paz; y por lo tanto fue tenido en el más alto honor entre ellos, así como también de confianza donde ejerció autoridad.
Quizás haya : no hay prueba más severa de grandeza de alma que el avance en el favor de los reyes. Con demasiada frecuencia ha significado la ruina de hombres que, aunque pobres o desfavorecidos en las altas esferas, se han mantenido fieles. El hombre que puede pasar a la riqueza y la posición entre los grandes de la tierra, y aún así mantener su integridad y su lealtad a sus propios parientes y parientes, es siempre un gran hombre, y los secretos de tal grandeza son invariablemente que las raíces del hombre están en Dios.