Aquí tenemos las Diez Palabras de la Ley moral. Son introducidos por una proclamación de Dios acerca de Él mismo: primero en cuanto a Su nombre, "Yo soy Jehová"; segundo, en cuanto a Su relación con ellos, "tu Dios"; y tercero, la base de la relación, su liberación de la esclavitud.

Las Diez Palabras se dividen en dos secciones: la primera, de cuatro mandamientos que tratan de la relación entre Dios y el hombre; el segundo, de seis mandamientos que condicionan las interrelaciones humanas. Las Diez Palabras constituyen tanto una filosofía de vida como una ley. El primer negocio del hombre es con Dios. Todas sus demás relaciones dependen de eso y, de hecho, son creadas por ella.

El efecto producido en la gente por estas palabras fue una sensación de miedo. Se les hizo conscientes de la santidad de Dios. Debido a que eran pecadores, el miedo era tanto natural como necesario. Sin embargo, Moisés inmediatamente, por autoridad divina, les dijo: "No temáis", lo que significaba que podían "temer" y "no pecar". La aparente paradoja enseña que cuando el hombre tiene el temor de Dios, no necesita tener otro temor.

Finalmente, se proporcionó el camino del acercamiento de Dios a ellos. Era el camino del altar y el sacrificio. Las instrucciones sobre el altar son reveladoras. Debe ser de cosas simples y sin hacer, desprovistas de mano de obra humana, en las que el corazón del hombre pueda jactarse.

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