Éxodo 21:1-36
1 “Estos son los decretos que expondrás ante ellos:
2 “Cuando compres un esclavo hebreo, seis años te servirá; pero al séptimo saldrá libre, gratuitamente.
3 Si entró solo, solo saldrá. Si tenía mujer, entonces su mujer saldrá con él.
4 Si su amo le ha dado mujer y ella le ha dado hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo; y él saldrá solo.
5 Y si él insiste en decir: ‘Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; no quiero salir libre’,
6 entonces su amo lo acercará ante los jueces, lo acercará a la puerta o al poste de la puerta y le horadará la oreja con una lezna. Y le servirá para siempre.
7 “Cuando alguien venda a su hija como esclava, esta no saldrá libre de la misma manera que suelen salir los esclavos varones.
8 Si ella no agrada a su señor, quien la había destinado para sí mismo, él ha de permitir que ella sea rescatada. No tendrá derecho de venderla a un pueblo extranjero, por haberla decepcionado.
9 Pero si la ha destinado para su hijo, hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.
10 Si él toma para sí otra mujer, a la primera no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.
11 Si no le provee estas tres cosas, entonces ella saldrá libre gratuitamente, sin pagar dinero.
12 “El que hiere a alguien causándole la muerte morirá irremisiblemente.
13 Pero si él no lo premeditó, sino que Dios permitió que cayera en sus manos, entonces yo te pondré el lugar al cual ha de huir.
14 Pero si alguno actúa con premeditación contra su prójimo y lo mata con alevosía, lo quitarás de mi altar para que muera.
15 “El que hiera a su padre o a su madre morirá irremisiblemente.
16 “El que secuestre a una persona, sea que la venda o que esta sea encontrada en su poder, morirá irremisiblemente.
17 “El que maldiga a su padre o a su madre morirá irremisiblemente.
18 “Cuando algunos hombres peleen y uno hiera al otro con una piedra o con el puño, y este no muera pero caiga en cama;
19 si se levanta y anda fuera apoyado en su bastón, entonces el que lo hirió será absuelto. Solamente lo compensará por el tiempo de inactividad, y se hará cargo de su curación.
20 “Cuando alguien golpee a su esclavo o a su esclava con un palo, y muera en sus manos, sin falta será castigado.
21 Pero si sobrevive uno o dos días, no será castigado, porque es propiedad suya.
22 “Cuando algunos hombres peleen y hieran a una mujer encinta y esta aborte sin mayor daño, el culpable será multado de acuerdo con lo que le imponga el marido de la mujer y según lo que establezcan los jueces.
23 Pero si ocurre un daño mayor, entonces pagará vida por vida,
24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.
26 “Cuando alguien hiera el ojo de su esclavo o el ojo de su esclava y lo destruya, lo dejará ir libre en compensación por su ojo.
27 Si ocasiona la pérdida de un diente a su esclavo o un diente a su esclava, dejará que se vaya libre en compensación por su diente”.
28 “Cuando un buey cornee a un hombre o a una mujer, y como consecuencia muera, el buey morirá apedreado, y no se comerá su carne; pero su dueño será absuelto.
29 Si el buey era corneador en el pasado y a su dueño se le había advertido, pero no lo había guardado, y mata a un hombre o a una mujer, el buey morirá apedreado; y también morirá el dueño.
30 Si le es impuesta una multa, entonces dará en rescate de su vida cuanto le sea impuesto.
31 Si ha acorneado a un hijo o a una hija, se hará con él conforme a este mismo decreto.
32 Si el buey cornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del buey dará trescientos treinta gramos de plata al dueño del esclavo; y el buey morirá apedreado.
33 “Cuando alguien deje abierta o cave una cisterna, y no la cubra, y allí caiga un buey o un asno,
34 el dueño de la cisterna pagará a su dueño su valor en dinero; y el animal muerto será suyo.
35 “Cuando el buey de alguien hiera al buey de su prójimo, y muera, entonces venderán el buey vivo y se repartirán el dinero. También se repartirán el buey muerto.
36 Pero si se sabía que el buey era corneador en el pasado y su dueño no lo había guardado, pagará buey por buey; y el buey muerto será suyo.
En este punto tenemos ciertas leyes que aplican los principios del Decálogo a la vida. El primer movimiento tiene que ver con las leyes de la persona. Esto comienza con la relación de los esclavos con sus amos. Por estas leyes, la esclavitud se transformó en una relación de pacto. De ahora en adelante, la condición de esclavos entre el pueblo hebreo estaría en marcada distinción con la esclavitud existente entre otros pueblos.
Fue el comienzo de un gran movimiento moral. Se reconoció el derecho de un amo al servicio mediante un vínculo definido, pero también se reconoció el derecho del sirviente a la libertad al cumplir el vínculo.
Luego siguieron las leyes que tratan de la posible lesión de un hombre por otro. La vida debía ser considerada tan sagrada que quien la tomara debía perder la suya. Si un asesinato fue premeditado, no debe haber escapatoria. Si el acto no fue premeditado, se dispuso un lugar de refugio. Cada detalle enfatizaba la santidad de la vida humana.
Finalmente, esta santidad todavía está presente en las leyes que tratan de las lesiones y la muerte causadas por el ganado.
Es imposible leer estas leyes con atención sin quedar impresionado por su absoluta equidad y rectitud y al mismo tiempo por su minuciosidad. Aquí, como en otros casos, el descuido nunca debía ser una excusa.