En este punto tenemos ciertas leyes que aplican los principios del Decálogo a la vida. El primer movimiento tiene que ver con las leyes de la persona. Esto comienza con la relación de los esclavos con sus amos. Por estas leyes, la esclavitud se transformó en una relación de pacto. De ahora en adelante, la condición de esclavos entre el pueblo hebreo estaría en marcada distinción con la esclavitud existente entre otros pueblos.

Fue el comienzo de un gran movimiento moral. Se reconoció el derecho de un amo al servicio mediante un vínculo definido, pero también se reconoció el derecho del sirviente a la libertad al cumplir el vínculo.

Luego siguieron las leyes que tratan de la posible lesión de un hombre por otro. La vida debía ser considerada tan sagrada que quien la tomara debía perder la suya. Si un asesinato fue premeditado, no debe haber escapatoria. Si el acto no fue premeditado, se dispuso un lugar de refugio. Cada detalle enfatizaba la santidad de la vida humana.

Finalmente, esta santidad todavía está presente en las leyes que tratan de las lesiones y la muerte causadas por el ganado.

Es imposible leer estas leyes con atención sin quedar impresionado por su absoluta equidad y rectitud y al mismo tiempo por su minuciosidad. Aquí, como en otros casos, el descuido nunca debía ser una excusa.

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