Debe tenerse en cuenta que, en cierto modo, estas personas fueron necesariamente vulgarizadas por siglos de esclavitud y casi con certeza carecían de esa habilidad artística que les permitiría construir el Tabernáculo según un patrón. Además, estaban muy lejos de los centros del refinamiento humano. Sin embargo, eran un pueblo reunido en torno a Dios, que siempre está a la altura de la tarea de preparar a su pueblo para hacer todo lo que su voluntad designe.

Bezalel estaba lleno del Espíritu de Dios, y se describe el efecto de eso en él. Tenía "sabiduría", es decir, capacidad; "comprensión", que indica progreso; y "conocimiento", el logro de habilidades.

El mandamiento relativo al sábado ya había sido enunciado en la ley. Es interesante la inserción de una referencia a él en este punto: Dios había encargado al pueblo una obra especialmente sagrada. Además, había provisto para realizar el trabajo en el equipo especial de ciertos hombres. Cuán fácil les habría resultado imaginar que al hacer esta obra podrían prescindir de la observancia del sábado.

Este primer período de comunión entre Dios y Moisés terminó con la entrega de las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.

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