Ezequiel 28:1-26
1 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
2 “Oh hijo de hombre, di al soberano de Tiro que así ha dicho el SEÑOR Dios: Por cuanto tu corazón se enalteció, y porque, a pesar de ser hombre y no Dios, dijiste: ‘Yo soy un dios, y estoy sentado en la sede de los dioses, en el corazón de los mares’; porque igualaste tu corazón al corazón de Dios,
3 ¡he aquí tú eres más sabio que Daniel, y no hay ningún misterio que te sea oculto!
4 Con tu sabiduría e inteligencia te has conseguido riquezas, y has acumulado oro y plata en tus tesoros.
5 Con tu gran sabiduría has engrandecido tus riquezas mediante tu comercio, y tu corazón se ha enaltecido a causa de tus riquezas.
6 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: Porque igualaste tu corazón con el corazón de Dios,
7 he aquí yo traigo contra ti extranjeros, los más crueles de las naciones. Desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría y profanarán tu esplendor.
8 Te harán descender a la fosa, y morirás como los que son muertos en el corazón de los mares.
9 ¿Osarás decir delante de tu verdugo, a pesar de ser hombre y no Dios: ‘Yo soy un dios’? En mano de quienes te atraviesen
10 morirás a la manera de los incircuncisos, en mano de los extranjeros; porque yo he hablado”, dice el SEÑOR Dios.
11 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
12 “Oh hijo de hombre, entona un lamento por el rey de Tiro, y dile que así ha dicho el SEÑOR Dios: “‘¡Tú eras un modelo perfecto, lleno de sabiduría y de completa hermosura!
13 Estabas en el Edén, el jardín de Dios. Tu vestidura era de toda clase de piedras preciosas: rubí, topacio, diamante, crisólito, ónice, jaspe, zafiro, turquesa y berilo. Y de oro era la hechura de tus encajes y de tus engastes. En el día que fuiste creado fueron preparadas.
14 Cuando fuiste ungido, yo te puse junto con los querubines protectores. Estabas en el santo monte de Dios, y andabas en medio de piedras de fuego.
15 Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad.
16 “ ‘A causa de tu gran comercio te llenaron de violencia y pecaste. Por eso, te expulsé del monte de Dios, y un querubín protector hizo que desaparecieras de en medio de las piedras de fuego.
17 Tu corazón se enalteció debido a tu hermosura; a causa de tu esplendor se corrompió tu sabiduría. “ ‘Yo te he arrojado en tierra; te he puesto como espectáculo ante los reyes.
18 Por tus muchos pecados y por la iniquidad de tu comercio profanaste tu santuario. Yo, pues, hice que en medio de ti se desatara y te devorase el fuego. Te convertí en cenizas sobre la tierra ante los ojos de cuantos te observaban.
19 Todos los que te conocen entre los pueblos se horrorizan a causa de ti. Eres objeto de espanto, y dejarás de ser para siempre’ ”.
20 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
21 “Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia Sidón y profetiza contra ella.
22 Dirás que así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Oh Sidón, he aquí que yo estoy contra ti y seré glorificado en medio de ti’. Y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando ejecute actos justicieros en medio de ella, y en ella yo muestre mi santidad.
23 Le enviaré peste y sangre por sus plazas. Los cadáveres caerán en medio de ella, y la espada estará alrededor de ella. Y sabrán que yo soy el SEÑOR.
24 “Nunca más habrá para la casa de Israel espina que hiera ni aguijón que cause dolor, de parte de todos los que los rodean y los desprecian. Y sabrán que yo soy el SEÑOR”.
25 Así ha dicho el SEÑOR Dios: “Cuando yo reúna a los de la casa de Israel de entre las naciones donde están dispersados, entonces en medio de ellos seré tratado como santo a la vista de las naciones. Y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob.
26 Habitarán seguros en ella; edificarán casas y plantarán viñas. Habitarán seguros, cuando yo haya ejecutado actos justicieros alrededor de ellos, en medio de todos los que los desprecian. Y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios”.
La profecía sobre Tiro terminó con un mensaje para su príncipe y un lamento para su rey. Debe establecerse una distinción entre estos dos. Evidentemente, el príncipe era el entonces rey reinante, Ithobal. Se ha sentido una gran dificultad con respecto a la notable descripción del rey que sigue. Es muy probable que, desde la altura de su visión inspirada, el profeta viera detrás del príncipe reinante la terrible personalidad de Satanás, cuyo instrumento era Ithobal.
Todo el lenguaje usado en referencia al rey encaja perfectamente con esta interpretación del significado del profeta. Ezequiel declaró que el pecado del príncipe era el orgullo de corazón, expresándose finalmente en que se consideraba un dios y se jactaba en consecuencia. Que era una persona notable se revela en la declaración de Ezequiel de que era más sabio que Daniel. Con esta sabiduría había logrado los éxitos ya descritos, y gracias a ella su corazón se enalteció. Su juicio sería que mediante la humillación y la destrucción, incluso hasta el abismo, aprendería que era un "hombre y no Dios".
Entonces el profeta comenzó a lamentarse por el rey de Tiro, de quien declaró que selló la suma, lleno de sabiduría y perfecto en belleza. Describió su nombramiento original por Dios en un lenguaje poético lleno de sugerencia. Luego declaró que su pecado comenzó el día en que se halló injusticia en él, y la violencia se convirtió en su método. A causa de esta injusticia fue arrojado del monte de Dios. Debido a su orgullo, fue abatido en presencia de reyes. Por la multitud de sus iniquidades lo devoró un fuego, y fue reducido a cenizas.
En este pasaje tenemos el mensaje del profeta a Satanás y un breve paréntesis en el que declaró la restauración final de Israel. Satanás estaría involucrado en el derrocamiento de Tiro, y en medio de ella Jehová sería glorificado. Todo esto fue para que no hubiera más "zarzas *" en la casa de Israel.
Esta declaración final llevó al profeta a pronunciar las breves palabras sobre la restauración final de Israel. Declaró en el nombre de Jehová que los esparcidos serían reunidos y apartados en medio de las naciones, morando seguros allí, y que para que el pueblo supiera que Jehová era su Dios.