Este es el gran capítulo de la autobiografía de Paul. Primero, enfatizó la historia de su pasado de la manera más notable. Luego, refiriéndose a estas cosas como ganancias (la palabra en el original es plural), declaró que las contaba como pérdidas. La visión de Cristo le mostró inmediatamente la inutilidad de todo en comparación. Luego trajo la historia de su vida al momento de escribir. Serían entonces unos treinta años después de conocer al Señor resucitado que él contaba sus ganancias como pérdidas. Ahora escribió: "Considero que todas las cosas son pérdidas". Después de treinta años de tribulaciones y pruebas como pocos hombres han conocido, no había arrepentimiento en su corazón.

La pasión suprema de su vida fue que pudiera "conocerlo a Él, y el poder de Su resurrección, y la comunión de Sus sufrimientos". Habiendo mirado así su pasado y declarado su actitud presente, habló de su sentido de limitación y declaró que sólo le quedaba una cosa, que era avanzar hacia la realización final de conformidad con su Señor espiritual, mental y físicamente. .

Luego instó a aquellos a quienes escribió a seguir la misma regla. Refiriéndose al andar falso de ciertas personas, describió el andar verdadero como inspirado por la conciencia de ciudadanía celestial, y teniendo como dirección la realización completa de la salvación en el Advenimiento del Señor. Aquellos a los que se hace referencia como caminar de manera falsa se ven diametralmente opuestos a esta idea. En su caso, la Cruz no tiene ningún efecto, y toda la mente se materializa y se sensualiza. El fin de tal conducta es la perdición, y el apóstol, aun con lágrimas, advierte a los santos de Filipos contra el peligro de tal conducta.

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