Este capítulo nos da una descripción más completa del hombre. Tres movimientos distintos se relatan en el relato breve pero completo.

Primero, "Jehová Dios formó al hombre del polvo". La palabra hebrea "formado" sugiere la figura del alfarero, moldeando a la forma, material ya existente. Es un hecho científico que todos los elementos de la vida física del hombre se encuentran en el polvo de la tierra.

En segundo lugar, "Jehová Dios insufló en su nariz aliento de vida". Este es el último acto divino, misterioso e incomprensible, que indica la comunicación al polvo de la vida misma de Dios.

Finalmente, "el hombre se convirtió en un alma viviente". La palabra nephesh , aquí traducida como "alma", se refiere a personalidad completa. Este ser ahora se encuentra en un entorno que exige su cuidado y cultivo. Su relación como sujeto a la soberanía de Dios está simbolizada sacramentalmente para él en un árbol. Solo puede cumplir la función más elevada de su ser si vive y actúa dentro de la voluntad de Dios.

Por acción sobrenatural, el hombre se completa en la mujer. Aquí la declaración es más significativa. "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" Génesis 1:27 ). En Dios están la paternidad y la maternidad, la paternidad y la niñez. Este gran capítulo sobre la naturaleza humana lo revela idealmente en su relación con Dios en el ser y en el propósito. El significado último de esto no se revela aquí y solo se conocerá en las edades venideras, cuando, más allá de todo fracaso, se cumplan el pensamiento y el propósito divinos.

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