En este capítulo tenemos una descripción gráfica del funcionamiento del principio de discriminación, el zarandeo del pueblo por Dios. Primero hay un contraste entre lo falso y lo verdadero. Se describe al pueblo rebelde como aquellos que, a pesar de toda la paciencia de Jehová, aún persisten en prácticas idólatras y malas. En contra de estos, Jehová se ve obligado a proceder con juicio estricto y severo. Luego sigue una descripción del remanente, la simiente santa, aquellos que son descritos como los siervos de Jehová. Estos no deben ser destruidos por los malvados, sino que deben ser sacados de los lugares de dificultad hacia la herencia y la prosperidad.

A continuación se describe el proceso de cribado, y la vida de los siervos de Dios y la vida de los rebeldes se ponen en marcado contraste: comer contra el hambre, beber contra la sed, regocijarse contra la vergüenza, cantar contra el llanto y el aullido. El resultado del tamizado del juicio es el establecimiento del nuevo orden, ese establecimiento del Reino de Dios que debe ser uno de gozo y justicia, de prosperidad y paz.

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