La serie final antes de la caída de Jerusalén consiste en mensajes entregados a Sedequías (21-27). La ocasión de estos fue, en primer lugar, la delegación de Sedequías al profeta. El azote que Jeremías había predicho parecía inminente. Se acercaba Nabucodonosor, rey de Babilonia. Sedequías envió a preguntar si podía esperar la interferencia y liberación de Jehová. No hubo vacilación ni incertidumbre en la respuesta que el profeta dio a los mensajeros.

Primero predijo el desastre en detalle. Luego declaró que la única alternativa que se les ofrecía era la muerte o el cautiverio. Su última palabra tuvo que ver con la casa del rey. Lo llamó a volver a la rectitud en el gobierno. La desesperanza de la situación fue evidente en el hecho de que, a pesar de este llamado, la última palabra del mensaje pronunció sentencia y fue la declaración más clara de que la condenación sería por la voluntad y el acto de Jehová.

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