La respuesta de Bildad se caracteriza por su brevedad y por el hecho de que él no se propuso discutir el asunto con Job. Es un manifiesto debilitamiento de la polémica por parte de los amigos. Bildad no estaba preparado para discutir la verdad general de lo que se había dicho, pero dejó perfectamente claro que no simpatizaba con la aplicación personal que sugirió Job. Se contentó con una declaración general, primero, de la grandeza y el gobierno de Dios; y, segundo, del consiguiente absurdo del intento del hombre de defenderse o pretender ser justo o limpio ante Dios.

En cuanto al primero, afirmó brevemente el hecho de la entronización de Dios y de Su administración de todos los asuntos. En presencia de esta grandeza, ante la cual la luna carece de brillo y las estrellas son impuras, ¿cómo puede el hombre, que no es más que un gusano, ser justo o decano? La fuerza del discurso es idéntica a la de Elifaz. Sin discutir, Bildad dejó perfectamente claro que, en su mente, la culpabilidad de Job estaba establecida.

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