Job 41:1-34
1 »¿Sacarás tú al Leviatána con anzuelo? ¿Sujetarás con una cuerda su lengua?
2 ¿Pondrás soga de juncos en sus narices? ¿Horadarás con gancho su quijada?
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Es casi seguro que Leviatán es el cocodrilo, y hay la alegría de una gran ternura en las sugerencias que Jehová le hace a Job acerca de estas feroces creaciones. ¿Job puede atraparlo con una cuerda o un gancho? ¿Rezará a Job? ¿Job hará de él un sirviente o un juguete para él o para sus doncellas? ¡Hay una sátira excelente y, sin embargo, muy tierna y divertida en las palabras de Jehová!
Pon tu mano sobre él; Recuerda la batalla y no vuelvas a hacerlo.
Si nadie se atreve a despertar al leviatán, ¿quién podrá presentarse ante Dios? Si Job no se atreve a intentar atrapar, someter o jugar con este animal, ¿cómo puede esperar competir con Dios en el gobierno del universo? Después de la pregunta, la descripción vuelve a la bestia en toda la magnificencia de su fuerza y termina con una imagen de hombres que intentan vencerlo con espada, lanza, dardo o asta puntiaguda; mientras todo el tiempo, con feroz ira, sostiene la ciudadela de su ser y se convierte en rey de todos los hijos del orgullo.
Así, la revelación de la propia gloria de Dios termina, no en los confines superiores de lo espiritual, sino en su exhibición en una bestia del río y el campo. No es el método que hubiéramos adoptado, pero es el método perfecto. Para el hombre que conoce a Dios, sólo es necesario hacer arder su conocimiento más común con su verdadera gloria para que pueda aprender la lección más sublime de todas.