Jueces 4:1-24
1 Después de la muerte de Ehud, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR.
2 Entonces el SEÑOR los abandonó en mano de Jabín, rey de Canaán, el cual reinaba en Hazor. El jefe de su ejército era Sísara, y habitaba en Haroset-goím.
3 Los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, porque aquel tenía novecientos carros de hierro y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel durante veinte años.
4 En aquel tiempo gobernaba a Israel Débora, profetisa, esposa de Lapidot.
5 Ella solía sentarse debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín. Y los hijos de Israel acudían a ella para juicio.
6 Entonces ella mandó llamar a Barac hijo de Abinoam, de Quedes de Neftalí, y le dijo: — ¿No te ha mandado el SEÑOR Dios de Israel, diciendo: “Ve, toma contigo a diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón, reúnelos en el monte Tabor,
7 y yo atraeré hacia ti, al arroyo de Quisón, a Sísara, jefe del ejército de Jabín, con sus carros y su multitud, y lo entregaré en tu mano”?
8 Barac le respondió: — Si tú vas conmigo, yo iré. Pero si no vas conmigo, no iré.
9 Ella le dijo: — ¡Ciertamente iré contigo! Solo que no será tuya la gloria, por la manera en que te comportas; porque en manos de una mujer entregará el SEÑOR a Sísara. Débora se levantó y fue con Barac a Quedes.
10 Entonces Barac convocó a Zabulón y a Neftalí en Quedes, y lo siguieron diez mil hombres. Y Débora fue con él.
11 Heber el queneo se había apartado de los queneos descendientes de Hobab, suegro de Moisés, y había ido instalando sus tiendas hasta la encina de Zaananim, que está junto a Quedes.
12 Cuando comunicaron a Sísara que Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor,
13 Sísara reunió todos sus carros, novecientos carros de hierro, con todo el pueblo que estaba con él, desde Haroset-goím hasta el arroyo de Quisón.
14 Entonces Débora dijo a Barac: — ¡Levántate, porque este es el día en que el SEÑOR ha entregado a Sísara en tu mano! ¿No ha salido el SEÑOR delante de ti? Barac descendió del monte Tabor con los diez mil hombres detrás de él.
15 Y el SEÑOR desbarató a filo de espada a Sísara con todos sus carros y todo su ejército, delante de Barac. Sísara mismo se bajó del carro y huyó a pie.
16 Entonces Barac persiguió los carros y al ejército hasta Haroset-goím. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada hasta no quedar ni uno.
17 Sísara huyó a pie a la tienda de Jael, mujer de Heber el queneo, porque había paz entre Jabín, rey de Hazor, y la casa de Heber el queneo.
18 Jael salió para recibir a Sísara y le dijo: — ¡Ven, señor mío! Ven a mí; no tengas temor. Él entró en la tienda con ella, y ella lo cubrió con una manta.
19 Y él le dijo: — Por favor, dame un poco de agua, porque tengo sed. Ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y lo volvió a cubrir.
20 Entonces él le dijo: — Quédate a la entrada de la tienda, y si alguien viene y te pregunta diciendo: “¿Hay alguno aquí?”, responderás que no.
21 Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, y tomando un mazo en su mano fue a él silenciosamente y le metió la estaca por las sienes, clavándola en la tierra, mientras él estaba profundamente dormido y agotado. Así murió.
22 Y he aquí que cuando Barac venía persiguiendo a Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo: — Ven, y te mostraré al hombre que buscas. Él entró con ella, y he aquí que Sísara yacía muerto con la estaca clavada en su sien.
23 Así sometió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, ante los hijos de Israel.
24 Y la mano de los hijos de Israel comenzó a endurecerse más y más contra Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Con una monotonía casi tediosa, la historia de la decadencia, la disciplina y la liberación avanza. Después de los ochenta años de descanso, los hijos de Israel volvieron a pecar y fueron entregados en manos de Jabín. Luego siguieron veinte años de opresión y sufrimiento que se volvieron más terribles bajo Sísara. Una vez más, arrepentidos, los israelitas clamaron a Dios y fueron escuchados.
La historia de la liberación esta vez está llena de romance y poesía porque está asociada con el nombre de Deborah. Se puede imaginar cómo esta hija del pueblo, verdadera hija de la fe, había sufrido bajo la intolerable conciencia de la degradación de su pueblo. Se ganó el oído de muchos en tal grado que fue nombrada para juzgar al pueblo. Al hacer esto, llamó a Barak en su ayuda. Él, inspirado por su enseñanza, y ella, ayudada por su consagración, siguieron adelante e Israel fue una vez más liberado de la opresión.
Es interesante en este punto notar a las personas que se convirtieron en agentes de la liberación divina y lo que se dice de ellas. Otoniel se vistió con el Espíritu de Dios y fue impulsado a la obra de liberación. Ehud y Shamgar eran ilustraciones del individuo que ardía en el espíritu de devoción como resultado de la amarga conciencia de la opresión. La historia de Deborah es la de una mujer que gradualmente gana poder e inspira a otros a actuar.