En el registro se rompe una historia llena de solemne significación. Dos hijos de Aarón, Nadab y Abiú, fueron culpables de ofrecer fuego extraño ante el Señor. Fueron rápidamente consumidos por el fuego. El mismo fuego que fue el medio de la aceptación de Dios de la ofrenda en la adoración fue el ministro de Su rápido juicio contra lo que era falso. Extrañamente solemnes son las palabras: "Aarón se calló". Eran sus propios hijos, pero su relación con Dios era superior a su relación con ellos y su actitud era la de sumiso silencio.

Siguiendo de cerca estos eventos solemnes, se le encargó a Moisés que Aarón y sus hijos debían abstenerse de bebidas alcohólicas. Esto sugiere la posibilidad de que el pecado de Nadab y Abiú haya sido consecuencia de su uso excesivo del vino. Sea esto así o no, el principio es una advertencia para quienes se dedican al servicio sagrado de que deben abstenerse de cualquier forma de fuego falso.

Luego Moisés repitió las instrucciones ya dadas debido a su valor especial en esta coyuntura. Un peligro amenazaba a estos hombres, a saber, pensar que en presencia de un juicio tan severo, difícilmente se atreverían a participar ni siquiera de las cosas permitidas. La necesidad de esto se revela en el hecho de que Aarón, Itamar y Eleazer no habían hecho de acuerdo con las instrucciones, y Aarón declaró que no se había atrevido a hacerlo en vista de las cosas que le habían sucedido.

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