Mateo 13:1-58
1 Aquel día Jesús salió de la casa y se sentó junto al mar.
2 Y se le acercó mucha gente, de manera que él entró en una barca para sentarse, y toda la multitud estaba de pie en la playa.
3 Entonces les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: “He aquí un sembrador salió a sembrar.
4 Mientras él sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron.
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó rápidamente, porque la tierra no era profunda.
6 Pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
7 Y otra parte cayó entre los espinos. Los espinos crecieron y la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra y dio fruto, una a ciento, otra a sesenta y otra a treinta por uno.
9 El que tiene oídos, que oiga”.
10 Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: — ¿Por qué les hablas por parábolas?
11 Y él, respondiendo, les dijo: — Porque a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido.
12 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13 Por esto les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni tampoco entienden.
14 Además, se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oirán, y nunca entenderán; y mirando mirarán, y nunca verán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, y con los oídos han oído torpemente. Han cerrado sus ojos para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos ni entiendan con el corazón ni se conviertan. Y yo los sanaré.
16 Pero ¡bienaventurados sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen!
17 Porque de cierto les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
18 »Ustedes, pues, oigan la parábola del sembrador.
19 Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropieza.
22 Y el que fue sembrado en espinos, este es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto.
23 Pero el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta por uno.
24 Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25 Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 Se acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’.
28 Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’. Los siervos le dijeron: ‘Entonces, ¿quieres que vayamos y la recojamos?’.
29 Pero él dijo: ‘No; no sea que al recoger la cizaña arranquen con ella el trigo.
30 Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero’”.
31 Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
32 Esta es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.
33 Les dijo otra parábola: “El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en una gran cantidad de harina, hasta que todo quedó leudado”.
34 Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes y sin parábolas no les hablaba,
35 de manera que se cumplió lo dicho por medio del profeta diciendo: Abriré mi boca con parábolas; publicaré cosas que han estado ocultas desde la fundación del mundo.
36 Entonces, una vez despedida la multitud, volvió a casa. Y sus discípulos se acercaron a él diciendo: — Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37 Y respondiendo él dijo: — El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
38 El campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.
39 El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
40 De manera que como la cizaña es recogida y quemada en el fuego, así será el fin del mundo.
41 El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que causan tropiezos y a los que hacen maldad,
42 y los echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y crujir de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.
44 »El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre descubrió y luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
45 »Además, el reino de los cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas.
46 Y habiendo encontrado una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 »Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda clase de peces.
48 Cuando estuvo llena, la sacaron a la playa. Y sentados recogieron lo bueno en cestas y echaron fuera lo malo.
49 Así será el fin del mundo: Saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos,
50 y los echarán en el horno de fuego. Allí habrá llanto y crujir de dientes.
51 »¿Han entendido todas estas cosas? Ellos le dijeron: — Sí.
52 Él les dijo: — Por eso, todo escriba instruido en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.
53 Aconteció que cuando Jesús terminó estas parábolas, partió de allí.
54 Vino a su tierra y les enseñaba en su sinagoga, de manera que ellos estaban atónitos y decían: — ¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros?
55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?
56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, le vienen a este todas estas cosas?
57 Se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: — No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y en su casa.
58 Y no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos.
Este capítulo contiene las siete parábolas del Reino. Aquí se expone la razón de la enseñanza parabólica de Cristo. Esta primera parábola fue dicha a las multitudes (versículos 13: 2-3). Su explicación fue dada a los discípulos solamente (versículos 13: 10-18). "La palabra del Reino" es la semilla (versículo 13:19). El resultado depende de quien oye y de cómo oye.
La segunda parábola fue dicha a las multitudes (versículo 13:34). Su explicación fue dada a los discípulos solamente (versículo 13:36). Otra siembra está sucediendo en los amplios campos del mundo al lado de la del Hijo del Hombre. El exterminio final del mal no se encuentra durante la siembra, sino en el período de cosecha al final de la era. El carácter de esta época se revela así claramente como mixto.
La figura de un gran árbol en las Escrituras es siempre de gran poder. Así se usa para el rey de Asiria, de Faraón y de Nabucodonosor. Esta parábola en particular no dice nada de la naturaleza del árbol, ya sea bueno o malo. Es simplemente una revelación de este aspecto de la fuerza en el mundo, el más grande de todos, y ese cristianismo sin duda se ha convertido. Lo más probable es que los pájaros que se alojan en las ramas se refieran a elementos de corrupción que se refugian en la sombra misma del cristianismo. Cuánto ha sufrido el Reino al albergar aves inmundas que muy pocos aprecian con razón.
La figura de la levadura se usa uniformemente en las Escrituras para tipificar el mal. Esta no es una excepción a la regla. Todas las manifestaciones externas de la vida de la Iglesia se han vuelto más o menos corruptas, contaminadas por la levadura maligna que fue introducida en la Iglesia de Jesucristo por las influencias paganas. Lo que produce problemas de fermentación en la desintegración, y la levadura es el principio mismo de la descomposición en estado activo.
Las siguientes tres parábolas no fueron dichas a las multitudes, sino a los discípulos, y revelan la era actual desde el punto de vista divino más que en su manifestación del Reino al mundo. El tesoro escondido en el campo es la Iglesia, y el Buscador es el Señor mismo. El tesoro especial es su pueblo celestial, pero todo el campo es suyo. Nada se perderá finalmente, salvo lo abominable y todo aquel que obra o hace mentira.
La misma verdad se presenta en la siguiente parábola. El comerciante es el Maestro. La Iglesia es la "perla de gran precio". No lo hemos comprado. Nos ha comprado. La última parábola general enseña la mezcla de los resultados actuales del trabajo y señala el final de la era y la clasificación que tendrá lugar. De enseñar a sus discípulos, el Señor fue a Nazaret, y allí "no hicieron muchas maravillas a causa de su incredulidad".