Esta es una segunda exhortación de los padres y consiste en una advertencia contra los encantos de la mujer extraña. Se da una imagen gráfica de la seducción de un joven sin entendimiento. La mujer que vio Salomón todavía está en nuestras ciudades, y, ay, también está el joven falto de entendimiento. El discurso se cierra con palabras ardientes que cuentan el tema. El joven engañado pasa al lugar de la matanza como un buey, hasta que la némesis física lo alcanza.

Como un pájaro que se precipita a una trampa, sin la conciencia de que significa el fin de la vida, así va el simple al lugar del pecado. Para que no sea así, se da este consejo de los padres. En la hora del espejismo del pecado, es bueno que el alma mire hasta el final que está en el Seol y las cámaras de la muerte. Cuando se oye la voz de la sirena, es bueno hacer una pausa y escuchar el gemido de los que rompen en la orilla de las tinieblas y la muerte, porque a esa orilla sin duda conduce el camino de la impureza.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad