Los peregrinos se paran en la entrada misma de la Ciudad Santa, y su canto es uno de fuerte deseo e igualmente fuerte confianza.

En la primera parte se expresa el deseo (vv. Sal. 132: 1-10). Es para el cumplimiento del propósito inspirado por Dios de David cuando, a través de la aflicción y el costo, se preparó para la construcción del santuario. La idea de la Teocracia está en mente mientras oran: "Levántate, oh Señor, a tu lugar de descanso". Jehová debe ser el Centro de reunión, mientras que alrededor de Él hay sacerdotes y santos, y ante Él el Rey ungido.

El deseo es respondido por la seguridad de la fidelidad de Jehová a Su palabra (vv. Sal. 132: 11-18). Ha jurado a David, y no se apartará de él. Luego se establece el orden. El fiel Jehová, el Rey ungido, la ciudad escogida, los sacerdotes vestidos, el pueblo regocijado, el reino establecido. Cualesquiera que fueran las circunstancias de la escritura de este cántico, su ubicación aquí es significativa.

Las personas que adoran deben ser conscientes del verdadero orden de su vida y del verdadero significado de su enfoque. Una concepción amplia del propósito de Dios es siempre necesaria para una verdadera adoración. A falta de esto, los ejercicios de adoración pueden degenerar fácilmente en un formalismo egoísta. Donde está presente, cada individuo está capacitado para contribuir al todo, lo que contribuye a la completa realización del ideal.

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