La concepción de la relación personal íntima entre Dios y el hombre es quizás tratada de manera más notable y contundente en esta canción que en cualquier otra de toda la colección.

Primero se enuncian los grandes hechos. Se declara el conocimiento que Jehová tiene de la vida personal. Está familiarizado con cada movimiento, incluso hasta el más simple de levantarse y levantarse. Conoce el pensamiento a lo lejos, es decir, en los extraños y místicos procesos de su elaboración. Todos los caminos y palabras son íntimamente conocidos por el Dios que es el entorno más cercano a la vida humana. Y de todo esto no hay escapatoria, porque el Omnisciente es también el Omnipresente.

Él está en el cielo, pero el Seol también está lleno de Su presencia. La distancia es solo un término humano, y las partes más remotas del mar sin huellas también están en la Presencia. La oscuridad es luz para Él y no tiene lugar donde esconderse de Él. Los profundos misterios del ser no están relacionados con Jehová, porque presidió con sabiduría todos los procesos místicos de los comienzos de la vida humana. Todo esto no espanta al cantante, porque conoce el amor de Jehová, y exclama con gozo alabanza por la presciencia de los innumerables pensamientos de Dios acerca de él.

En vista de todo esto, es inútil que los malvados intenten escapar de Dios, y el deseo del cantante de separarse de todos ellos es la última palabra del salmo. El camino de la separación es el de la elección personal. Debe separarse y se separará. Sin embargo, también depende de Dios en este asunto y ora para que lo examine y lo dirija.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad