El sollozo de un gran dolor suena a lo largo de este salmo. Las circunstancias de su escritura fueron las de desolación, aflicción, angustia, dolores de parto, como muestra especialmente la última parte. Sin embargo, el contenido principal es uno lleno de ayuda para todos los que están afligidos. Es mucho más que un lamento que entristece a todos los que lo leen. Es la voz de la esperanza y la confianza, y habla de socorro y fortaleza.

Tiene tres movimientos. La primera (vv. Sal. 25: 1-7) y la última (vv. Sal. 25: 16-22) son oraciones pronunciadas por gran necesidad. El central (vv. Sal. 25: 8-15) es la contemplación y declaración de la bondad de Dios. Así, estructuralmente, el salmo es hermoso. Su gloria central es una revelación de la bondad y la paciencia de Dios (vv. Sal. 25: 8-10). Luego un sollozo en el corazón de todo (v. Sal. 25:11). Inmediatamente un relato de la bienaventuranza del hombre que confía.

Los primeros versículos contienen la oración de un alma angustiada, cuyo pensamiento de Dios se revela en la parte central. Los versículos finales son el clamor ferviente de esa alma a tal Dios, y con tanta confianza se nombran los detalles de la experiencia del sufrimiento.

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