Se puede decir que la palabra central del cántico es: “Y rodearé tu altar, oh Jehová” (v. Sal. 26: 6). En ambos lados se describen las condiciones de la adoración. Primero, las condiciones de la vida personal necesarias para adorar (vv. Sal. 26: 1-6). Luego se describe el verdadero ejercicio de la adoración (vv. Sal. 26: 7-8). Entonces el salmo se convierte en una oración de preparación (vv. Sal. 26: 9-11); y termina con la declaración de seguridad (v. Sal. 26:12).

En cuanto a las condiciones de la vida personal adecuadas para la adoración, pueden describirse como una separación completa de los malos caminos y las personas malas. La comunión con Jehová solo es posible cuando no hay comunión con los inicuos. Además, el Juez debe ser el mismo Jehová. A Él, el cantante le hace su llamado. En este hecho hay una gran solemnidad y un gran consuelo. Las normas de Jehová son elevadas, pero mucho más razonables que las de los hombres.

El ejercicio de la adoración en su máxima expresión es el de la alabanza, que surge del deleite en la morada y la gloria de Dios. La oración de preparación explica las palabras iniciales. A su luz, se considera que apelan a la decisión de Jehová en lugar de jactarse en Su presencia. La oración final para la preparación es: "Redímeme y ten misericordia de mí". Tal oración es inmediatamente respondida, y esto el último versículo lo aclara.

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