"Tan pronto como amaneció, los hombres fueron despedidos, ellos y sus asnos".

Con qué alegría los hermanos siguieron su camino. Simeón había sido restaurado, sus sacos estaban llenos y Benjamín estaba a salvo. Todo estuvo bien. Y qué historia tenían que contar de su banquete en la casa del mismísimo visir egipcio. Pero luego vino el giro adicional.

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