Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo,

Sálvame en tu pacto de amor.

No sea yo avergonzado, oh YHWH,

Porque te he llamado

Sean avergonzados los impíos,

Callen en el Seol.

Sean mudos los labios mentirosos,

Que hablan contra el justo con insolencia,

Con orgullo y desprecio.

Su confianza un tanto restaurada, el salmista ahora pide a Dios que lo mire favorablemente y le haga bien, 'haga brillar su rostro sobre su siervo'. Mientras el rostro de Dios brille sobre él, no le importa lo que le hagan los hombres. De modo que suplica Su 'pacto de amor', Su misericordia y compasión, y le pide que actúe para que él mismo no sea avergonzado por no haberlo hecho. Porque reconoce que habiéndolo invocado de esta manera, cualquier falta de acción de Dios le avergonzaría.

Pero son los malvados los que deben ser avergonzados. Por eso ora para que sean ellos los que mueran y terminen en el silencio de la tumba, y que sus labios mentirosos sean enmudecidos a la fuerza, porque hablan insolentemente contra todos los que son justos con orgullo y desprecio.

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