Anna. Simeón tiene una contraparte en una viuda centenaria que pasa toda su vida en devoción ascética en el Templo. Ella agrega su testimonio profético al de él, y luego habla del niño al círculo de gente piadosa y expectante que, como estos dos representantes, esperaban ardientemente el consuelo de Israel, la redención de Jerusalén. José y María cumplen su misión y regresan a Nazaret (contraste con Mateo 2:20 *).

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