Deuteronomio 3:25
25 Te ruego que yo también cruce y vea aquella buena tierra que está al otro lado del Jordán, aquella buena región montañosa y el Líbano’.
I. Era una tierra, una buena tierra, que Moisés miró; era una tierra prometida que Dios había preparado. Canaán era, en cierto sentido, el cielo de la esperanza de Israel: más parecido al cielo, tal vez, porque era un rasgo tan hermoso de nuestro mundo, porque era una tierra en la que un pie podía plantar firme y gozosamente un hogar en que un hombre y una familia, una nación, pudieran vivir noblemente. San Pedro habla de "un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que mora la justicia". San Pedro y San Juan buscaban una escena que les resultara familiar, aunque transfigurada, una escena que mantuviera su carácter hogareño, aunque transformado.
II. Las imágenes que los escritores sagrados emplean como más expresivas cuando tratan del cielo son todas tomadas de las formas superiores del desarrollo de la vida social y nacional del hombre. Esto significa que los intereses y asociaciones humanos se prolongan en su integridad a través de la muerte y constituyen la esfera más alta de interés y actividad en el mundo eterno. Un hogar, una ciudad, un país, un reino, estas son las imágenes; en el desarrollo de estas ideas, los escritores de las Escrituras emplean toda su fuerza.
III. Esa buena tierra más allá del Jordán tenía aquí alguna característica celestial: iba a ser el teatro de la asociación humana más elevada y más santa, en las condiciones más favorables para el desarrollo más perfecto, y en una atmósfera de vida en la que la bendición de Dios debería crear una atmósfera. de dicha.
J. Baldwin Brown, El éxodo y la peregrinación del alma, pág. 361.
Referencias: Deuteronomio 3:25 ; Deuteronomio 3:26 . Preacher's Monthly, vol. vii., pág. 299. Deuteronomio 3:27 .
Parker, vol. v., pág. 3. Deuteronomio 3 Parker, vol. iv., pág. 90. Deuteronomio 4:1 . Revista del clérigo, vol. iv., pág. 212. Deuteronomio 4:2 .
HL Mansel, Conferencias de Bampton, 1858, pág. 1. Deuteronomio 4:5 . J. Sherman, Penny Pulpit, No. 1901. Deuteronomio 4:6 . FW Farrar, Christian World Pulpit, vol. xxii. pag. 273.