Éxodo 11:10
10 Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios delante del faraón. Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, y este no dejó ir de su tierra a los hijos de Israel.
(1) Si observo mi propia mente, uno de los primeros poderes de los que me vuelvo consciente es el poder de elegir. Este poder se asume universalmente como la base del trato de los hombres entre sí.
Si abrimos el Libro Inspirado, encontramos el mismo supuesto fundamental, que todos los hombres tienen una voluntad y son responsables de sus actos. "Al que sabe hacer el bien", dice Santiago, "y no lo hace, le es pecado". (2) Por otro lado, es un hecho también atestiguado, aunque por un tipo diferente de evidencia, que Dios es el Rey de toda la tierra. El mundo está gobernado, las leyes de la materia, de la vida, de la acción individual y social están dispuestas de modo que produzcan orden y armonía.
I. La realidad de la voluntad humana, y consecuentemente de la responsabilidad, es atacada desde distintos lados; aquí por motivos fisiológicos y allá por motivos históricos. Se nos dice que los hechos relacionados con la voluntad humana admiten cálculo y predicción exactos, según lo que se denomina la ley de los promedios, y que, en consecuencia, la doctrina del libre albedrío, que nunca fue susceptible de prueba, debe ser desplazada por una doctrina que reconozca la certeza de la acción humana.
A esto respondemos (1) la creencia de que el hombre tiene el poder de elegir está tan lejos de querer la prueba de que tiene toda la fuerza que el consentimiento universal puede darle. (2) Este promedio, que se supone que gobierna la voluntad como una barra de hierro, es en sí mismo el más variable. Cede bajo la mano como arcilla templada. Aquello sobre lo que ahora actúa nuestra voluntad, que varía en diferentes países porque la voluntad del hombre ha dictado leyes diferentes allí, no puede ser concluyente contra la doctrina del libre albedrío.
II. Las palabras del texto no están exentas de advertencia. Quieren decir que Dios, que castiga el pecado con la muerte, a veces castiga el pecado con el pecado. En cierta etapa de la triste trayectoria descendente del pecador, el Señor endurece su corazón. Dios no es responsable de su pecado, pero cuando ha repelido la voz de la conciencia, la advertencia de su Biblia y las súplicas de los amigos, entonces se le retira la gracia y el pecado adquiere un carácter judicial, y es de inmediato. pecado y castigo.
Arzobispo Thomson, Lincoln's Inn Sermons, pág. 325.
Referencias: Éxodo 12:1 ; Éxodo 12:2 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., No. 1637. Éxodo 12:1 . Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 124. Éxodo 12:1 .
Revista del clérigo, vol. iv., pág. 160. Éxodo 12:1 . Preacher's Monthly, vol. ii., pág. 122. Éxodo 12:1 . Revista del clérigo, vol. VIP. 211. Éxodo 12:1 . WM Taylor, Moisés el legislador, pág. 95.