Éxodo 29:26-28
26 “Entonces tomarás el pecho del carnero de la investidura de Aarón, y lo mecerás como ofrenda mecida delante del SEÑOR. Esta será tu porción.
27 Apartarás el pecho de la ofrenda mecida y el muslo de la ofrenda alzada, lo que fue mecido y lo que fue alzado del carnero de la investidura, de lo que era para Aarón y para sus hijos.
28 Esto será para Aarón y para sus hijos de parte de los hijos de Israel, por estatuto perpetuo, porque es ofrenda alzada. Será una ofrenda de parte de los hijos de Israel, de sus sacrificios de paz como ofrenda alzada para el SEÑOR.
(con Números 15:18 ; Números 18:25 )
La raza humana ha superado para siempre a la religión judía; era un yugo sumamente opresivo. Su laborioso ritual nunca tuvo más valor que el de representar condiciones personales. (1) Como ilustración del estado del corazón en aquellos que verdaderamente se ofrecen a sí mismos a Dios, hay algo impresionante y hermoso en las antiguas ofrendas mecidas y elevadas. Agitar es una de las leyes universales de la naturaleza.
Toda la creación, con sus miríadas de planetas, soles y cielos, vive porque se mueve de un lado a otro de la vida central. La vida de Dios se mueve de un lado a otro entre nuestro espíritu y Él. (2) En la oración nuestras almas se elevan hacia el Alma eterna de nuestras almas. El alzar y la expansión del alma y el cuerpo ante Dios son realmente el alzar de Su vida y amor dentro del alma. Nada levanta el alma como un amor perfecto.
Nuestra ofrenda diaria es un trabajo que tiene una gran recompensa. Nuestras aspiraciones, nuestro aliento y elevación internos, son las obras que nos seguirán al mundo eterno. Nos seguirán siendo en realidad elementos constitutivos de nuestro cuerpo futuro. (3) Algunas personas piensan que es extraño que se nos exhorte a apresurar la venida del reino de Dios. Pero todos los que tienen una expectativa emocionante de ello pueden estar seguros de que el elemento vital de la nueva venida se agita sobre ellos, y que a medida que elevan sus almas y se expanden con el deseo de atraer el fuego celestial, inconscientemente están acelerando la venida. del día de Dios.
J. Pulsford, Our Deathless Hope, pág. 241.
Referencias: Éxodo 29:38 ; Éxodo 29:39 . R. Eden, Sermones para los domingos: festivales y ayunos, primera serie, p. 470. Éxodo 29:43 . Parker, vol. ii., pág. 321; G. Matheson, Momentos en el monte, pág. 34. 29, 30 Parker, vol. ii., pág. 244.