Comentario bíblico del sermón
Ezequiel 33:11
Estas palabras del texto deben tocarnos, primero a modo de advertencia y luego de aliento.
I.En cuanto a la advertencia contenida en esta elevada doctrina, parece obvia e inevitablemente ser el resultado de ella: (1) que nuestra condición espiritual y eterna está de alguna manera misteriosa colocada dentro de nuestro propio poder que si morimos, espiritual y eternamente, será nuestro propio hacer, la consecuencia de nuestra propia presunción deliberada y miserable locura. Vana y peor que vana es la noción que todos acariciamos tan fácilmente, que nuestra condición espiritual no está dentro de nuestro propio poder y que el Todopoderoso hará con nosotros lo que le plazca sin tener en cuenta nuestros propios esfuerzos.
Ciertamente hará con nosotros lo que le plazca, o, como dice enfáticamente el Apóstol, "según el consejo de su propia voluntad". Pero luego es Su voluntad y consejo irrevocables, que, sin santidad, ningún hombre será admitido a Su presencia beatífica. No se complace en la muerte del que muere; sin embargo, si los hombres no se apartan de sus malos caminos, deben morir y morirán; no es la elección de Dios, sino la de ellos mismos.
(2) Otra gran advertencia en la doctrina del texto es que no tenemos otra alternativa que volvernos o perecer. De ahí la necesidad de examinarnos a nosotros mismos tan estrictamente, y apartarnos tan resueltamente de todo lo que encontramos mal en nosotros. "La concupiscencia, cuando ha concebido, engendra el pecado; el pecado, cuando se ha consumado, engendra la muerte.
II. Considere nuevamente qué estímulo y consuelo para todos los corazones humildes y contritos contienen estas palabras divinas. Aquí vemos (1) que, pecadores e indignos como somos, nuestro Padre Celestial vela por nosotros con la mayor ternura y ansiedad posibles; y no meramente esto, sino que se ha esforzado mucho en grabar en nuestros corazones la convicción de que así vela por nosotros; (2) que quien se aparta de cualquier mal camino, de cualquier mal proceder, ya sea por pecado cometido o por deber descuidado, tiene indiscutiblemente la bendición de Dios sobre él; tiene la mejor promesa y prueba posible de que, hasta ahora, está en el camino correcto, una promesa y una prueba, sin duda, más de la que se puede depender que cualquier adulación externa o sentimiento interno.
Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times", vol. iv., pág. 233.
Referencias: Ezequiel 33:11 . Spurgeon, Sermons, vol. xxx., núm. 1795; J. Oswald Dykes, Esquemas del Antiguo Testamento, pág. 253; G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 159. Ezequiel 33:22 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 6.