Ezequiel 37:3
3 Entonces me preguntó: — Oh hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y respondí: — Oh SEÑOR Dios, tú lo sabes.
I. Podemos tomar la visión de Ezequiel como una promesa de que Dios no abandona una buena causa, por muy oscuras que parezcan sus perspectivas en un momento determinado. Hay en el mundo males tan grandes que nos sentimos tentados a pensar que su curación es inútil. Dios sabe cuándo y cómo se eliminarán las dificultades que acosan a las empresas santas. El Hacedor de la humanidad no desprecia la obra de su propia mano; llegará el día a su debido tiempo cuando habrá un temblor, y los huesos se unirán, y un soplo pasará a las formas sin vida, y vivirán y se pararán sobre sus pies.
II. Aún más profundo e impresionante debería ser el consuelo que se deriva de esta visión profética cuando la aplicamos no a ningún trabajo externo o profesional en el que estemos comprometidos, sino al trabajo personal de poner nuestro corazón y nuestra vida en conformidad con la voluntad de Cristo. Cuando miramos dentro de nosotros mismos y consideramos nuestro propio estado ante Dios, bien podemos repetir la pregunta: ¿Pueden estos huesos vivir? Las caídas, las derrotas humillantes, el abandono o el olvido de los santos propósitos en presencia de la tentación son sin duda suficientemente deprimentes; y el verdadero remedio es tener fe en Dios, creer que Su Espíritu insuflará una nueva vida en nuestras energías debilitadas, y en esa creencia buscarlo diligentemente.
III. Este gran pasaje implica la creencia actual de la resurrección del cuerpo, tanto más cuanto que la aplicación es figurativa y está hecha para fortalecer a un pueblo descorazonado. Por lo tanto, aunque el pasaje no tenía la intención de enseñar a los judíos cautivos la verdad de la Resurrección, es interesante como una de las señales de que la esperanza de la inmortalidad se desarrolló gradualmente y fue aclarada al pueblo de Dios bajo el Antiguo Testamento.
Podemos recibir la visión como una promesa Divina de que la bendición de Dios llega más allá de la tumba, que Su poder aún nos rodeará, y Su Espíritu se infundirá en nosotros, en ese mundo desconocido al que todos nos apresuramos.
GE Cotton, Sermones a las congregaciones inglesas en la India, pág. 332.
I. Todos los hombres están espiritualmente muertos. (1) Están desprovistos del principio de la vida espiritual. (2) Son insensibles a las bellezas y atracciones del mundo espiritual. (3) Son incompetentes para desempeñar las funciones de seres santos. (4) Están bajo el dominio de las propensiones pecaminosas.
II. Ningún poder creado puede comunicar la vida espiritual a los hombres.
III. Es prerrogativa del Espíritu Santo dar vida a los muertos espiritualmente. (1) Su influencia se obtiene en respuesta a la oración. (2) Opera a través de la instrumentalidad de la palabra. (3) Produce fe en Cristo. (4) El modo de Su obra es inescrutable.
G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 294.
Referencias: Ezequiel 37:1 . Spurgeon, Sermons, vol. x., núm. 582; Revista homilética, vol. xii., pág. 74; Preacher's Monthly, vol. i., pág. 427. Ezequiel 37:1 . Homiletic Quarterly, vol. ii., pág.
384. Ezequiel 37:3 . Preacher's Monthly, vol. VIP. 209; HP Liddon, Expository Sermons and Outlines on the Old Testament, pág. 278; G. Brooks, Outlines of Sermons, pág. 294. Ezequiel 37:10 . J. Budgen, Parochial Sermons, vol.
ii., pág. 236. Ezequiel 37:11 ; Ezequiel 37:13 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., No. 1676. Ezequiel 37:15 . Analista del púlpito, vol.
ii., pág. 457. 37 G. Matheson, Moments on the Mount, pág. 103. Ezequiel 40:4 . Spurgeon, Sermons, vol. xxvii., No. 1578. Ezequiel 43:12 . Ibíd., No. 1618. Ezequiel 43:15 . J. Irons, Thursday Penny Pulpit, vol. xiii., pág. 185.