Comentario bíblico del sermón
Hechos 5:15
Sombra de San Pedro
I. La primera idea sugerida por el texto es la de una confianza supersticiosa de la multitud en la persona de San Pedro, operando como un hechizo sobre aquellos que fueron puestos en yuxtaposición con él. Habían visto su palabra y su toque potentes para aliviar la enfermedad e impartir fuerza. Estos efectos parecían colocar a San Pedro y todo lo que le pertenecía por encima del mundo común. No se quedaron por tanto para reflexionar y razonar. Pasaron, en su irreflexivo entusiasmo, a una estimación exagerada del Apóstol como la fuente de la salud y la vida, de quien, como del sol inconsciente, irradiaba una virtud para curar de su peculiar enfermedad a todo aquel que se interpusiera bajo su sombra.
No es difícil identificar el error en el que cayeron estas personas. Degradaron la concesión del milagro de Dios a los Apóstoles, como agentes responsables, en una influencia mágica asentada en sus cuerpos. Sin embargo, lo que Dios vio para elogiar en medio de mucho digno de reproche, fue la fe simple pero intensa que estas personas manifestaron en el poder divino obrando entre ellos. Los primeros discípulos, en la seriedad de su creencia, se hundieron en una noción supersticiosa de virtud milagrosa adhiriéndose a las cosas inconscientes como un paño, una sombra.
Nosotros, en nuestra lentitud para mirar más allá del universo material, corremos el riesgo de negar la realidad de un mundo espiritual que se cruza en cada punto con el nuestro, de cuestionar la veracidad de todas las influencias que no podemos calcular ni rastrear.
II. Note la manera en que Dios se enfrentó a esta fe infantil de estos cristianos primitivos. No se dice claramente que donde cayó la sombra de Pedro, la enfermedad desapareció y volvieron los matices de la salud; pero el tono de la narración lo implica mucho. Y, si es así, entonces el milagro adquiere un carácter muy peculiar. Dios arroja su poder en la señal impotente que el hombre ha ideado. Esta gente imaginaba que la sombra del Apóstol sería su cura; Dios los encuentra a mitad de camino y reviste esa sombra con una eficacia que en sí misma no tenía, convirtiéndola, para los creyentes, en instrumento de salud y fortaleza.
El amor todopoderoso desborda los canales prescritos y, en condescendencia con la enfermedad de la criatura, la cura a su manera. No es un conocimiento de los misterios, sino una intensa fe infantil en Él mismo, como la Fuente de todo bien, lo que Dios aprecia. No hay error de entendimiento que pueda obstaculizar las manifestaciones de la compasión divina hacia aquellos que, en cualquier profundidad de ignorancia, elevan sus almas a Él.
Obispo Woodford, Sermones sobre temas del Nuevo Testamento, pág. 79.
Todos ejercemos una influencia inconsciente y, por lo tanto, incluso en nuestras esferas de la vida secular, nos afectamos unos a otros. (1) Nuestros esfuerzos voluntarios son solo ocasionales e interrumpidos, mientras que nuestra energía inconsciente es operativa y constante en todas partes. (2) Nuestra energía constante y silenciosa es más expresiva de nuestro carácter real y, por lo tanto, entra más en la esfera de lo que llamamos influencia moral, que es siempre la más importante. Considere este pensamiento en sus aplicaciones prácticas.
I. Debería impresionarnos con un sentido de la importancia de la vida humana.
II. Incluso por la influencia inconsciente de una vida así, somos solemnemente responsables.
III. Seguramente la muerte no destruye toda la influencia inconsciente de las sombras humanas.
C. Wadsworth, Preacher's Monthly, vol. iv., pág. 1.
Referencias: Hechos 5:15 . Púlpito contemporáneo, vol. v., pág. 61. Preacher's Monthly, vol. iv., pág. 1. Hechos 5:17 . Homilista, tercera serie, vol. iv., pág. 190. Hechos 5:19 ; Hechos 5:20 .
WJ Henderson, Christian World Pulpit, vol. xxvii., pág. 275. Hechos 5:20 . J. Natt, Sermones póstumos, pág. 50. Hechos 5:29 . Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 326. Hechos 5:31 .
Spurgeon, Sermons, vol. xxii., núm. 1301; Ibíd., Morning by Morning, pág. 113; Preacher's Monthly, vol. x., pág. 106; E. Cooper, Practical Sermons, vol. i., pág. 160. Hechos 5:31 ; Hechos 5:32 . T. Hall, Christian World Pulpit, vol. xxviii., pág. 270. Hechos 5:33 . Homilista, tercera serie, vol. iv., pág. 252.