Isaías 4:2-5
2 En aquel día el retoño del SEÑOR será hermoso y glorioso, y el fruto de la tierra será el orgullo y el esplendor de los sobrevivientes de Israel.
3 Acontecerá que el que se quede en Sion, como el que sea dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que estén inscritos para la vida en Jerusalén.
4 Así será cuando el Señor lave la inmundicia de las hijas de Sion, y elimine la sangre de en medio de Jerusalén, con espíritu de juicio y con espíritu consumidor.
5 Entonces sobre todo lugar del monte Sion y sobre sus asambleas, el SEÑOR creará nube y humo de día, y resplandor de fuego llameante de noche. Porque sobre todos habrá una cubierta de gloria,
I. Note, primero, la preparación para la promesa. En los primeros versículos de este capítulo se presentan dos cosas como antecedentes de los dones de bendición, es decir, la venida del Divino Salvador y Su disciplina para la santidad dentro de Su Iglesia.
II. La promesa misma. Hay: (1) La presencia de Dios con Su Iglesia. (2) La presencia de Dios en busca de consejo. Este fue el propósito principal para el cual se entregaron la columna de nube y la columna de fuego. Como guía en las perplejidades de la vida, se promete la presencia de Dios en las iglesias de hoy. (3) La presencia de Dios para la defensa. Muchas veces los mentirosos al acecho han atacado a la Iglesia, y los imperios se han comprometido a destruirla, y han recurrido a los recursos secretos del poder para su derrocamiento, y sin embargo, ella vive; mientras que los nombres de sus opresores son olvidados o recordados sólo con acusación y vergüenza; y debe ser así mientras Dios viva para proteger y bendecir a la Iglesia que Él ha elegido y redimido.
W. Morley Punshon, Christian World Pulpit, vol. ii., pág. 372.
Referencias: Isaías 5:1 . T. Arnold, Sermons, vol. iv., pág. 289; Revista del clérigo, vol. xi., pág. 272; H. Thompson, Concionalia: Esquemas para uso parroquial, segunda serie, p. 5; F. Delitzsch, Expositor, tercera serie, vol. iii., pág. 60.