Comentario bíblico del sermón
Isaías 48:17
No es sólo el mundo comercial el que tiene que hacer sus cálculos de pérdidas y ganancias. Toda la vida se compone de pérdidas y ganancias. Y si no hay ganancia, hay pérdida; y si no hay pérdida, hay ganancia.
I. Entiendo que el texto no significa que Dios nos enseña de manera provechosa, sino que nos instruye cómo sacar provecho en todas las cosas; que le da a esa facultad el poder de tomar el bien y rechazar el mal; para beber la miel y rechazar el veneno.
II. Considere cómo Dios "enseña para sacar provecho". (1) Lo primero que probablemente Dios enseñará y que debemos recibir es la confianza general de que hay un beneficio, por imperceptible que sea en ese momento para nosotros, en lo que nos está enviando. (2) Esta fe dada, lo siguiente que Dios pone en nuestros corazones es buscar ese bien; provecho eterno, provecho tanto para nosotros como para él, en el hecho de que él es glorificado en su propia obra.
Debemos buscar ese beneficio, no en la superficie, sino en ciertos significados e intenciones más profundos y ocultos que se encuentran debajo. En esos significados más profundos, Dios te llevará y te admitirá. Pero no sin tres cosas: una aceptación reverente de sus enseñanzas, trabajo arduo y una buena vida. Estas son las tres condiciones de Dios en toda Su enseñanza, de las cuales nunca se aparta. Debes amar la enseñanza; debes trabajar la enseñanza con gran esfuerzo y a cualquier precio; y debes hacer Su voluntad.
J. Vaughan, Sermones, 13ª serie, pág. 21.
Referencias: Isaías 48:17 . WJ Mayers, Christian World Pulpit, vol. xvii., pág. 228. Isaías 48:17 ; Isaías 48:18 . Preacher's Monthly, vol.
ix., pág. 47. Isaías 48:18 . A. Raleigh, Christian World Pulpit, vol. xiv., pág. 369 (ver también Bosquejos del Antiguo Testamento, p. 208); Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 610; W. Steadman, Christian World Pulpit, vol. iv., pág. 152; Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 553; J. Keble, Sermones desde el Adviento hasta la Nochebuena, pág. 414; JN Norton, Todos los domingos, pág. 401.