Juan 14:30

Considerar:

I. Cristo como encuentro con el príncipe de este mundo. (1) El príncipe de este mundo viene como acusador. Cuando la Fianza voluntaria tomó nuestro lugar y se sometió al tratamiento que merecíamos, el príncipe de este mundo no pudo acusarle nada. Él no pudo encontrar falta en Él, ni personalmente ni como nuestro sustituto, ni en Su carácter ni en Su obra terminada. (2) El príncipe de este mundo viene, no solo como acusador, sino como gobernante y señor, reclamando dominio sobre todo el mundo.

Sin embargo, dice el Señor, el príncipe de este mundo no tiene nada en mí. Puede que sea el príncipe de este mundo, pero no es Mío. No le debo lealtad; ni él, por ningún ministro suyo, puede tener ningún poder contra mí, si no le fuere dado de arriba. No presto atención a sus sugerencias ni a sus amenazas. No es su voluntad que yo haga, sino la voluntad del que me envió; y si eso nombra una Cruz, mejor lejos una Cruz del Padre que cien coronas del príncipe de este mundo.

II. El cristiano como encuentro con el príncipe de este mundo. (1) Viene a acusar. En este asunto, deje que el Padre solo se ocupe de usted, como si tuviera algo en usted. Cae en sus manos. Deje que el aguante voluntario de Cristo de la justa sentencia de muerte por el pecado del Padre llegue a ser suyo. Sed crucificados con Cristo. Sed partícipes de su pasión, de su cruz. Deja que el Padre te busque, juzgue y condene. Eso te libera de todos los demás acusadores.

(2) El príncipe de este mundo viene a reclamarle como sujeto a sí mismo. Pero su título ahora es nulo y sin valor, pues aunque sea príncipe del mundo, no tiene ningún derecho natural, original ni legítimo a ser su príncipe. Su derecho puede ser solo un derecho de conquista de su parte, o de consentimiento de su parte, o ambos. Pero por ninguno de estos motivos tiene ahora algo en ti.

RS Candlish, El evangelio del perdón, p. 67.

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