Comentario bíblico del sermón
Números 10:35-36
Las palabras del texto fueron la oración de la mañana y de la tarde de los hijos de Israel.
I. La oración es el mejor medio para recordarnos la presencia de Dios. Ponernos en sus manos antes de emprender nuestro viaje, nuestro placer, nuestro trabajo; comprometerse nuevamente con Él antes de retirarnos a descansar, esta es la mejor seguridad para mantener nuestra fe y confianza en Él en quien todos profesamos creer, a quien todos esperamos encontrar después de dejar el mundo.
II. La oración es también la mejor seguridad para llevar una vida buena y feliz. Sir Walter Scott ha dicho bien dos veces que la oración al Todopoderoso Buscador de corazones es el mejor freno para los murmullos contra la Providencia o para la incursión de las pasiones mundanas, porque nada más nos presenta con tanta fuerza su inconsistencia e irracionalidad.
III. Nadie puede pretender prescribir cuáles deberían ser las oraciones de otro; que cada hombre debe saber mejor por sí mismo. Pero el espíritu general con el que deben ofrecerse está bien expresado en las dos grandes oraciones del texto. Cualquiera que sea nuestra petición particular a Dios en la mañana, debemos tener este objetivo constantemente ante nosotros: que Él se levante y salga con nosotros a nuestros deberes y placeres diarios, que Él pueda estar en nuestros pensamientos durante todo el día, y que Sus enemigos pueden huir ante Él en cada ocasión en que nos acechan.
Y al anochecer no tenemos menos ante nosotros el deseo de que Dios vuelva a nosotros, por mucho que lo hayamos ofendido durante el día, para que se vuelva y haga brillar sobre nosotros la luz de su rostro.
AP Stanley, Sermons in the East, pág. 81.
Referencias: Números 10:35 ; Números 10:36 . Bosquejos del Antiguo Testamento, pág. 39; Homiletic Quarterly, vol. ii., pág. 220. Números 11:1 .
Spurgeon, My Sermon Notes, 1884, pág. 42. Números 11:1 . Parker, vol. iii., pág. 190. Números 11:11 . Spurgeon, Mañana a mañana, pág. 28. Números 11:16 ; Números 11:17 .
Revista del clérigo, vol. viii., pág. 276. Números 11:23 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 160; Spurgeon, Sermons, vol. vii., núm. 363; Parker, vol. iv., pág. 51.