Oseas 5:15

I. A menudo sentimos como si Dios se hubiera ido de nosotros. Que no sea que exista esa diferencia, solo esa clara línea divisoria entre la ausencia y la presencia, "hasta que reconozcan su pecado".

II. Considere cómo se debe hacer la confesión. (1) Confiesa a Dios. Que se haga con la más profunda y cuidadosa humillación. (2) Deje que su confesión a Dios se particularice. Menciona todas las pequeñas cosas. Haz que se destaquen en relieve audaz. Es la suma de la confesión. (3) Cuando confieses un pecado, hazlo siempre como alguien que acepta el castigo. (4) Al mismo momento, date cuenta y no dudes que estás poniendo tu pecado sobre el verdadero altar, el Señor Jesucristo. (5) Trate de encarnar esa confesión, y déle toda la fuerza y ​​sustancia que pueda, mediante algún acto santo, algún trabajo de amor abnegado, algún regalo a Dios, algún acto especial de devoción.

III. La verdadera confesión a Dios siempre irá acompañada y siempre producirá el deseo de hacer alguna confesión al hombre. Confesar al hombre es generalmente algo mucho más difícil que confesarle a Dios, en parte porque trae más vergüenza y pérdida inmediatas, y en parte porque los hombres son mucho más severos en sus juicios que Dios. Pero, hasta cierto punto, debe hacerse. La confesión a Dios traerá consigo una gracia que nos capacitará y facilitará después el ir a confesar al hombre.

J. Vaughan, Sermones, sexta serie, pág. 14.

Referencias: Oseas 5:15 . Spurgeon, Sermons, vol. xxv., núm. 1483; Ibíd., Evening by Evening, pág. 208; J. Keble, Sermones para los domingos después de la Trinidad, Parte II., P. 289. Oseas 5 . El púlpito del mundo cristiano, vol. v., pág. 222.

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