Comentario bíblico del sermón
Proverbios 11:31
I. Dios es imparcial. No hace acepción de personas, sino que hace que su sol brille sobre malos y buenos, y que su lluvia caiga sobre justos e injustos; y recompensando así a cada uno según su trabajo, pagándole por todo el trabajo realizado, sea del tipo que sea. Algunos trabajan para este mundo, lo cual vemos, y Dios les da lo que ganan en esta vida; algunos trabajan para el mundo de arriba, que no podemos ver, y Dios les da lo que ganan en esta vida por los siglos de los siglos.
Si un hombre desea un tesoro en la tierra, puede tenerlo si lo desea y disfrutarlo mientras dure. Si un hombre desea un tesoro en el cielo, también puede tenerlo y disfrutarlo mientras dure. Dios trata de manera justa con ambos y les paga a ambos lo que se han ganado.
II. Aquellos que anhelan la santificación y desean ser santos, así como su Padre que está en los cielos es perfecto, son los que tienen un tesoro en el cielo. Pero, ¿cómo se recompensan esas almas en la tierra? ¿No es recompensado el hombre en la tierra cuando puede alzar su corazón al Señor y contemplar su gloria sobre toda la tierra? El mundo del hombre le parece más brillante entonces, a pesar de todos sus pecados y dolores; porque ve al Señor gobernándolo, al Señor perdonándolo, al Señor salvándolo.
Se anima y espera por la pobre tierra y dice: "La tierra no está desierta; la humanidad no está sin un Padre, un Salvador, un Maestro, un Rey". En la misma proporción en que un hombre camina con Dios, en la misma proporción en que el Espíritu de Dios abre los ojos de su alma, recupera el privilegio que Adán perdió cuando cayó. Oye la Palabra del Señor que camina entre los árboles del huerto al fresco del día, y en lugar de intentar, como el culpable Adán, esconderse de su Hacedor, responde con reverencia y sin embargo con gozo: "Habla, Señor, porque tu siervo oye ".
C. Kingsley, Día de Todos los Santos y Otros Sermones, pág. 265.
Referencias: Proverbios 12:1 . W. Arnot, Leyes del cielo, primera serie, pág. 336. Proverbios 12:4 . Ibíd., Pág. 340; Preacher's Monthly, vol. VIP. 128. Proverbios 12:10 .
W. Arnot, Leyes del cielo, primera serie, pág. 343. Proverbios 12:13 . Ibíd., Pág. 345. Proverbios 12:20 . R. Wardlaw, Conferencias sobre Proverbios, vol. i., pág. 324.