Comentario bíblico del sermón
Proverbios 3:11
I. La aflicción actúa como un dique contra el desborde del mal; incesantemente lo refrena y lo empuja hacia atrás. El pecado encuentra su límite en el sufrimiento; la pasión golpea el dolor como un bourne fatal, donde perece; la lujuria se apaga con la repugnancia; y la muerte está ahí para decir a las furiosas olas de nuestras pasiones disolutas: "Hasta aquí iréis, y no más". Hasta ahora; es decir, a esa lápida contra la que el mal siempre se lanza al fin.
II. El sufrimiento no es una bendición simplemente porque actúa como restricción; pero también, y sobre todo, porque actúa como preparativo. Es brida, pero también espuela, que nos impulsa hacia la Cruz, (1) Un sufrimiento infinito, una obediencia ilimitada, así fue la Cruz. A este precio, el cielo y la tierra se reconciliaron y la salvación fue consumada. Pero fue en nuestro nombre que se realizó la gran obra de esa hora de expiación, y podemos obtener beneficios de ella solo si la ratificamos.
Sólo se salvará el que se una a Cristo, no para ofrecer de nuevo un sacrificio perfeccionado en sí mismo, sino para hacerlo suyo mediante una aceptación sincera y una fe viva. La gracia emplea todos los medios para llevarnos a esto, y de todos los medios concebibles, ninguno puede ser más eficaz que el sufrimiento. De ahí el importante papel que desempeña en la obra de nuestra redención personal.
(2) Así el sufrimiento, bajo la influencia de la gracia, llena la distancia infinita entre el hombre y la Cruz. Mediante la acción directa de la gracia, el sufrimiento había preparado el camino para Cristo en el mundo antiguo, atacando no sólo al individuo sino también a la raza perdida de los hombres, a quienes había perseguido sin piedad e incesantemente de religión en religión, de ilusión en ilusión; y fue a través de un mundo devastado, reducido a la condición de un desierto, que se hizo el camino que lo conduciría a Él.
Desde que el Redentor vino entre los hombres y los llamó desde Su Cruz, el sufrimiento ha sido Su gran profeta y precursor; pero el sufrimiento modificado, mezclado con bendición, como corresponde a un mundo perdonado, pero atravesando la tierra con el hacha de Juan el Bautista. Debemos reconocer incluso en sus manifestaciones más angustiosas el amor infinito que busca salvar nuestras almas a toda costa.
E. De Pressense. El misterio del sufrimiento, pág. 34.
Referencias: Proverbios 3:11 ; Proverbios 3:12 . JE Vaux, Sermon Notes, segunda serie, p. 86; W. Arnot, Leyes del cielo, primera serie, pág. 126; R. Wardlaw, Conferencias sobre Proverbios, vol. i., pág. 88.