Romanos 1:18

La historia natural del paganismo.

I. La primera proposición de San Pablo es que desde el principio los paganos conocían lo suficiente de Dios por sus obras como para rendirlas sin excusa por no adorarlo.

II. En segundo lugar, el Apóstol declara que los paganos reprimieron culpablemente y obstaculizaron su justa influencia la verdad que conocían respecto a Dios. Él rastrea el culto politeísta e idólatra hasta su raíz. (1) Su primer origen lo encuentra en un rechazo a caminar honestamente con la luz que le brinda la naturaleza. Para este primer paso en el muy antiguo y fatal camino de la declinación religiosa, los hombres no podían excusarse bajo ningún pretexto de ignorancia.

(2) El siguiente paso siguió seguramente. Esa verdad sobre la naturaleza y las propiedades reales de Dios, que los hombres no se esforzarían por expresar de manera justa en su adoración, se oscureció. La vanidad y los errores entraron en los razonamientos humanos sobre religión. "Los hombres se volvieron vanos en sus razonamientos, y su corazón insensato se oscureció". (3) El tercer paso hacia abajo fue una locura práctica en la religión. El culto a la naturaleza implicaba el culto a los símbolos. La adoración de símbolos degeneró rápidamente en pura adoración de ídolos.

III. Es en esta perversión deplorable y criminal de la verdad, esta apostasía religiosa, que Pablo encuentra la clave para los vicios personales y sociales del paganismo. Cuando el corazón humano excluyó la auto-manifestación del Dios verdadero, rehusó conocerlo y adoró criaturas viles en Su habitación, se aisló por su propio acto de la fuente de luz moral y fortaleza moral. Una religión mala y falsa debe engendrar un carácter malo y falso.

No debe olvidarse nunca que el paganismo no es simplemente una desgracia en el mundo por la que la mayoría de los hombres deben compadecerse pero no culparse. Es un crimen enorme, al lado de un crimen mundial y de toda la vida, con sus raíces en un profundo odio a Dios, y que conlleva una prolífica cosecha de vicios absolutamente imperdonables y horribles. Demostrar este es el fin por el que san Pablo introduce el pasaje.

J. Oswald Dykes, El Evangelio según San Pablo, pág. 25.

Referencias: Romanos 1:19 . Púlpito de la Iglesia de Inglaterra, vol. xix., pág. 303; G. Dawson, Sermones sobre puntos en disputa, pág. 49; FW Farrar, Christian World Pulpit, vol. xiii., pág. 289. Romanos 1:20 . G. Salmon, cristianismo no milagroso, págs.

74, 94; RS Candlish, La paternidad de Dios, p. 1. Romanos 1:20 ; Romanos 1:21 . Spurgeon, Sermons, vol. xxx., núm. 1763. Romanos 1:21 .

Revista del clérigo, vol. i., pág. 20; HW Beecher, Sermones católicos, vol. ii., pág. 97. Romanos 1:21 . Ibíd., Vol. i., pág. 297.

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