Comentario bíblico del sermón
Salmo 106:19
I. La mezcla de debilidad y fortaleza, de propósito ferviente y segundo motivo, entre el pueblo de Dios, es, y debe ser siempre, un asunto de inquietante cuestión; y es por eso, entre muchas otras cosas, que el pueblo de Dios clama por la gran resurrección, y mira con amor su venida. La misma gracia y virtud con las que un hombre se esfuerza se palidece por el vicio directamente, su contradictorio, y el mismo punto que parece ser el punto fuerte de un hombre se convierte en su punto débil.
En una visión general, Aarón aparece ante nosotros como el primer sumo sacerdote, el elaborador con Moisés del gran ceremonial de la Iglesia primitiva. Sin embargo, Aarón podía adorar a un ídolo; y con la mente que había sido inspirada para celebrar el culto sagrado, y con la mano que había estado ayudando en su construcción, pudo idear y trabajar el becerro de oro.
II. Los conflictos de Aarón con Moisés son muy notables. Hay una mezcla de respeto y celos en la conducta del sumo sacerdote que despierta nuestra sorpresa. Encontramos a Aarón y Miriam conspirando contra la autoridad de Moisés, y eso por un manifiesto sentimiento de celos. Con una comisión enviada del cielo para respetar la posición elevada de Moisés, Aarón, sin embargo, de la manera más singular se opuso a la autoridad y atacó el oficio de legislador.
III. Estas contradicciones no son infrecuentes entre el pueblo de Dios; pero la circunstancia singular es que no es simplemente la inconsistencia lo que nos golpea, sino la contradicción real dada a la virtud principal por el vicio contrario que aparece en el mismo carácter. Hay más de una forma de explicar esto. (1) La presencia de una tendencia predominante hacia el bien desconcierta a muchos hombres con respecto a alguna virtud; y sin vallar en el lado del vicio correlativo, caen más fácilmente.
(2) El hecho del cargo y la responsabilidad oficiales es la causa real de nuestras altas expectativas y estimación del personaje. (3) Cuando la mente se dirige constante y casi exclusivamente a un gran objeto, siempre hay una tendencia a errar por el lado del descuido del deber con respecto a ese mismo objeto. Pocos objetos de la contemplación o el estudio humanos soportarán una investigación tan de cerca como para parecer más verdaderos y ciertos mediante una investigación más profunda.
Vivimos en una superficie. La ondulación refleja luz y brillo, y el cinturón de aguas de abajo se mueve en una masa opaca y hosca. Una percepción más profunda decepciona. Así es que el hombre cuya vocación es clara y definida se equivocará indefinidamente en esa misma vocación, y la inconsistencia correrá constantemente en paralelo al cumplimiento de la vocación cotidiana.
E. Monro, Practical Sermons, vol. i., pág. 519.