Comentario bíblico del sermón
Salmo 119:73
I. Considere el cuidado del Creador por las criaturas inferiores de Su mano. Las criaturas inferiores tienen instintos que Dios les ha dado para su conservación. Estos instintos se adaptan a sus deseos y nunca engañan a las criaturas a las que se les da. En la naturaleza espiritual del hombre, tan lejos del nivel de las bestias, encontramos ciertos instintos implantados por instintos de Dios que evidentemente nos han dado para ser para nuestras almas de una manera espiritual el mismo tipo de guía que los instintos de las criaturas inferiores son a ellos de una manera corporal.
II. Veamos cuáles son estos instintos espirituales. (1) Conciencia. Tenemos dentro de nosotros un instinto moral que nos dirige hacia lo bueno, que nos advierte contra lo que está mal. ¿Por qué Dios nos da este instinto, por qué nos habla de principio a fin, sino porque nos protegería del mal espiritual? (2) El sentido de la justicia. Este sentido de justicia es un sentimiento tan puramente instintivo como cualquier otro que tenga el hombre. Y siendo esto así, ¿no da testimonio de la naturaleza de ese Ser Divino que lo ha implantado en el hombre? (3) La oración es un instinto del alma del hombre.
III. Ciertamente es cierto que muchos de nuestros sentimientos y poderes morales instintivos más elevados apuntan hacia una vida más allá de la tumba. Toda la energía de nuestra naturaleza espiritual lo hace. Porque, ¿qué es esta esperanza que arde dentro de nosotros con tanta vehemencia? ¿Qué es esto sino un sentimiento instintivo de nuestra naturaleza? Tan profunda como nuestra fe en Dios mismo está asentada la esperanza de una vida más allá de la tumba. No es una creencia derivada del mundo exterior.
Tiene sus raíces profundas en la naturaleza espiritual del hombre; brota de las profundidades del alma un instinto implantado por Dios para guiar al hombre a su hogar lejano. Los salmistas no habían recibido las benditas promesas de Dios en Cristo; sin embargo, creían que a la diestra de Dios hay placeres para siempre, tan claramente los instintos espirituales que Dios ha dado al hombre confirman las benditas promesas de Dios en Cristo.
G. Forbes, La Voz de Dios en los Salmos, p. 109.
Referencias: Salmo 119:83 . Spurgeon, Sermons, vol. ii., núm. 71; S. Cox, Exposiciones, segunda serie, pág. 19. Salmo 119:88 . Spurgeon, Sermons, vol. xxx., No. 1779. Salmo 119:89 .
S. Cox, Exposiciones, segunda serie, pág. 34. Salmo 119:89 . Spurgeon, Sermons, vol. xxviii., núm. 1656.