Comentario bíblico del sermón
Salmo 32:8
I. El texto nos presenta a Dios como Instructor y Guía de los hombres.
II. Note la condición moral de varios hombres y clases de hombres con respecto al gobierno de Dios. (1) Están los desenfrenados, los hombres que no se preocupan por la moderación. Dios los gobierna con vara de hierro. (2) Aquellos a quienes se mira principalmente en el ver. 9 son los hijos de Dios, a quienes Él ama no tratar como siervos, pero cuyos corazones perezosos y perezosos no se levantarán ante la simpatía y el concierto de los amigos. Los instrumentos, el freno y la brida que le obligamos a emplear son ( a ) la adversidad; ( b ) la prisión de las circunstancias; ( c ) terrores internos; ( d ) muerte.
III. El texto describe a aquellos en quienes el Señor siente plena simpatía y ve el fin de Su cultura cumplido. "Te guiaré con mis ojos". Esto implica que (1) la simpatía ya está establecida; (2) deber de vigilancia; (3) deleite perfecto.
J. Baldwin Brown, The Sunday Afternoon, pág. 278.
Referencias: Salmo 32:1 . Preacher's Monthly, vol. i., pág. 99. Salmo 32:2 . Spurgeon, Sermons, vol. xxiii., núm. 1366; S. Martin, el púlpito de la capilla de Westminster, segunda serie, núm. 7; R. Heber, Sermones parroquiales, vol. i., pág.
78. Salmo 32:3 . Spurgeon, Sermons, vol. xxiii., No. 1346. Salmo 32:3 ; Salmo 32:4 . Ibíd., Vol. vi., núm. 313. Salmo 32:4 .
Revista homilética, vol. viii., pág. 322. Salmo 32:5 . Spurgeon, Sermons, vol. xi., núm. 641; Ibíd., Evening by Evening, pág. 260; Revista del clérigo, vol. x., pág. 84; J. Wells, Bible Echoes, pág. 33; J. Jackson, Arrepentimiento: su necesidad, naturaleza y uso, pág. 53. Salmo 32:7 .
Outline Sermons to Children, pág. 51; J. Baldwin Brown, The Sunday Afternoon, pág. 410; JG Rogers, Christian World Pulpit, vol. iv., pág. 417; J. Martineau, Horas de pensamiento, vol. ii., pág. 237.
(1) El primer pensamiento que se le ocurre a la mente acerca de esta extraña y hermosa brújula es su dulzura. Dios nos atrae con un cordón de seda. (2) El segundo pensamiento es cómo honra a un hombre, reconoce en él poderes intelectuales y morales que pueden responder a tal gobierno silencioso. (3) Note la maravillosa variedad que debe haber en tal guía. Porque el ojo tiene una capacidad de expresión infinita y habla todos los idiomas. (4) Y, sin embargo, en realidad es personal. La mirada del ojo es esencialmente individual. (5) Es característicamente amoroso, porque el ojo es la expresión del corazón.
I. ¿Cómo vendrá la guía? Dios ha hecho tres grandes revelaciones de Su voluntad: la Biblia; La vida de Cristo; la enseñanza del Espíritu Santo. Pero en cada uno existe el mismo principio subyacente y hecho central. Ese principio, ese hecho, es la mente de Dios. La mente de Dios que brilla a través de estas cosas en un hombre es el ojo de Dios. Le emite Dios. La fe es el ojo interior del hombre. Está hecho para ver, recibir y seguir la verdad.
El ojo de Dios y el ojo del hombre deben encontrarse. La oración aclara la visión. El estudio religioso aclara la visión. La contemplación, el mero mirar a los ojos de Dios, aclara la visión. Entra más luz; y la luz usada vuelve a hacer luz, hasta que se vuelve tan clara y brillante, que el ojo del hombre es un reflector real de la mente de Dios.
II. Vea ahora cómo funciona y con qué resultado. Todos sabemos cómo a través del ojo la mente de un hombre puede pasar a la mente de otro hombre, que las dos mentes se vuelven una. Así es entre Dios y nosotros. Vemos como ve Dios. Juzgamos como juzga Dios. Y cuanto más piadosos crecemos, mayor es la asimilación y más intuitivo se vuelve nuestro sentido de la voluntad de Dios sobre todo. En el cielo seremos santos, porque le veremos cara a cara; ese ojo de Dios que nos atrajo al principio y nunca nos dejó, lo ha hecho todo.
J. Vaughan, Sermones, 13ª serie, pág. 37.
Referencias: Salmo 32:8 . C. Kingsley, Las buenas nuevas de Dios, pág. 137. Salmo 32:8 ; Salmo 32:9 . G. Calthrop, Tentación de Cristo, pág. 177; H. Melvill, Sermones sobre hechos menos destacados, vol.
ii., pág. 233. Salmo 32:9 ; Salmo 32:10 . FD Maurice, Día de Navidad y otros sermones, pág. 339. Salmo 32:10 . G. Brooks, Outlines of Sermons, pág.
178; A. Watson, Sermones para domingos, festivales y ayunos, primera serie, pág. 53. Salmo 32 A. Maclaren, Life of David, pág. 227; Sermones para niños y niñas, pág. 143.