Salmo 40:9

I. El salmista habla aquí más de la mente con la que debe venir el Hijo de Dios que del fin por el cual debe venir. Él habla de esa obediencia, que sanó nuestra desobediencia, como la causa, la vida, el alma, de Su sacrificio más que del sacrificio mismo. Exhibe la Expiación en el acto de obediencia.

II. Es precisamente de este lado que Él, nuestro Salvador, se presenta como nuestro ejemplo. También nosotros, cuantos hemos sido hechos miembros de Él, hemos sido enviados al mundo para realizar en nosotros mismos y para cumplir en el orden de Su creación una cierta voluntad de Dios; y en el conocimiento y cumplimiento de esa voluntad radica nuestra salvación y el secreto de nuestra predestinación.

III. Este es, pues, el secreto de la elección de la vida: aprender lo que, entre los múltiples deberes de su gran casa, Dios, en el propósito eterno de su amor, deseaba que cada uno de nosotros cumpliera. Haber descubierto esto y habernos puesto en ese camino, conformándonos en él a la voluntad de Dios, es haber dado, por la gracia de Dios, un paso decisivo en el camino de la salvación. Porque es haber elegido la voluntad de Dios y unir la nuestra a la Suya; es responder al propósito de Dios para nosotros; es estar bajo la guía del Omnisapiente, la protección del Todopoderoso.

EB Pusey, Sermones predicados ante la Universidad de Oxford, pág. 437.

Referencia: Salmo 40:9 ; Salmo 40:10 . Spurgeon, Sermons, vol. xvii., No. 977.

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