Salmo 61:2

Considerar:

I. ¿En qué sentido David pudo decir: "Tú has sido un refugio para mí", y luego que estaba plenamente justificado al concluir: "En tu tabernáculo moraré para siempre; confiaré en lo oculto de tus alas". El argumento que tenemos ante nosotros no es precisamente el que podríamos aventurarnos a emplear en todos los casos con nuestros semejantes. El hombre es cambiante, y la buena voluntad que una vez nos mostró puede que ya no exista, pero puede haber sido transferida a otros, quienes, a su vez, se verán obligados a ceder el paso a nuevos objetos.

Pero el caso cambia por completo cuando el benefactor es Dios. Aquí no hay limitación para el poder, porque "los ojos de todos esperan en Él, y Él satisface el deseo de todo ser viviente". Tampoco puede haber cambio en la voluntad, porque "en él no hay mudanza, ni sombra de variación". No hay una sola respuesta recibida a la oración que no pueda servir como una promesa de que si volvemos a pedir, nuevamente la obtendremos.

II. Considere cómo las misericordias pasadas pueden usarse como motivos para esperar algo nuevo en las manos de Dios. Que las misericordias sean recordadas y disfrutadas, y deben ser como luces en nuestros días oscuros y como escudos en nuestros peligrosos. Si encuentro a un creyente en Cristo abatido por estar expuesto a una tentación vehemente, le diría a ese hombre que se equivoca al mirar así al futuro; está obligado a mirar también al pasado.

¿No puede recordar ninguna tentación anterior de la que salió vencedor, ni temporadas de peligro en las que Dios se mostró en una ayuda muy presente? ¿Y qué tiene entonces que hacer sino ceñir los lomos de su mente y "orar sin cesar"? De una forma u otra, mantén el pasado ante ti si miras el futuro con calma en la cara. Atesora tu experiencia. Duplica la vida volviendo a vivir cada caso de prueba en el que Dios se ha mostrado tu Amigo.

Dejemos que la experiencia haga su parte, y la fe difícilmente será lánguida. Cuando reces, "Llévame a la roca que es más alta que yo", recuerda seriamente la causa que tienes para decir: "Tú has sido un refugio para mí y una torre fuerte contra el enemigo", y tu lenguaje será pronto será el de la confianza y el júbilo: "En tu tabernáculo moraré para siempre; confiaré en lo encubierto de tus alas".

H. Melvill, Penny Pulpit, núm. 2151 (véase también Voces del año, vol. I., Pág. 97).

Referencias: Salmo 61:3 . MG Pearse, Sermones para los niños, pág. 131; Obispo Woodford, Sermones sobre temas del Antiguo Testamento, pág. 129. Salmo 61:7 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 43. Salmo 62:1 ; Salmo 62:2 . A. Maclaren, Expository Sermons and Outlines on the Old Testament, pág. 229.

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